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l caso Bárcenas, los ERE de Andalucía, las aventuras de José Blanco en las
gasolineras, el caso Nóos, la trama Gürtel, Feijóo, Camps, los Pujol… ¡Pero qué
país es éste!, exclamábamos indignados. Y nuestra indignación se fue extendiendo
a medida que veíamos cómo el desastre afectaba a otros países: Portugal,
Grecia, Chipre, Francia… ¡Pero qué Europa es ésta!, espetamos entonces. Hasta
que supimos por la prensa de la existencia de una red internacional dedicada a
la evasión de capitales y constituida por 130.000 políticos y empresarios de
170 países que han evadido tantos millones de euros que suman el PIB de Estados
Unidos y Japón juntos. ¡Pero qué mundo es éste!, volvimos a gritar. Y cuando ya
pensábamos que no gritaríamos más, cuando creíamos agotada nuestra capacidad de
asombro, nos enteramos de la trama de alienígenas corruptos (todo se andará) y nos vimos obligados a exclamar: ¡pero qué
universo es éste! ¡Y encima infinito, ay!
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