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n fantasma recorre Europa y, desde luego, no se trata de aquel que
señalaran Marx y Engels en su famoso manifiesto, al menos de momento. Se trata
de otro espectro que preocupa casi por igual a todos los ciudadanos, al menos a
todos los que aún tengan dinero en el banco: el fantasma del corralito. El
corralito ha llegado a Europa por Chipre y amenaza con extenderse por el Viejo Continente empezando por los países del sur. Y de nada sirve que nuestros
dirigentes nos digan que eso es impensable que ocurra en España, porque tampoco
era posible que ocurriera en ningún país de la Unión Europea (UE) y lo cierto
es que ha ocurrido. Los chipriotas, ya saben, no pueden disponer con libertad
del dinero que han depositado en los bancos hasta que no se aclaren las
condiciones del rescate. La troika exige que a cambio de los 10.000 millones
del rescate, los chipriotas aporten otros 5.800 millones que habrían de ser
retirados de los depósitos bancarios, lo cual es percibido como un robo que
deja indefensos a un montón de trabajadores que ahora ven cómo parte de sus
ahorros se esfuman por la gracia de las entidades bancarias, por lo que el
gobierno de Chipre anda buscando una alternativa para reunir los 5.800 millones
de euros.
Ciertamente es una
injusticia que parte del dinero ahorrado por las familias chipriotas se lo
lleve la deuda contraída por los bancos, pero, para ser justos, también hay que
decir que no todo el dinero que está depositado en los bancos de Chipre procede
de los ahorros de los trabajadores chipriotas. Y es que Chipre, ahora lo hemos
sabido, es un paraíso fiscal en el seno de la UE, que ha servido para que los
especuladores depositen allí su dinero habida cuenta de la baja fiscalidad y la
alta rentabilidad de los depósitos, mientras que en el resto de la UE se pagan
más impuestos y se obtienen menos beneficios. Y como todo paraíso fiscal, ha
servido también para el blanqueamiento de capital de origen dudoso, que es el
eufemismo utilizado cuando se sabe que procede de actividades ilícitas pero no
se quiere decir.
Así las cosas, el
corralito de marras se vuelve más complejo de lo que en principio cabría
pensar. Más aún cuando la quita afectaría sólo a los depósitos superiores a
100.000 euros, pues aunque es posible que haya trabajadores honrados que tengan
más de esa cantidad en los bancos, tengo para mí que la inmensa mayoría de los
currantes no dispone de unos ahorros tan boyantes. Y es que no hace falta ser
ninguna lumbrera de la economía para darse cuenta de que quienes cuentan con
elevadas sumas de dinero en los bancos de Chipre se han estado beneficiando de
las condiciones que han llevado a dichos bancos a la situación actual. Por lo
demás, tampoco creo que los trabajadores españoles deban estar demasiado
preocupados por esta situación, más allá del dinero que les pueda costar en
virtud de la contribución de España a solventar la situación. Mucho más
preocupante resulta, sin duda, el hecho de que en el último trimestre del año
2012 los salarios se hayan reducido un 4.3 por ciento con respecto al mismo
período del año anterior, lo cual seguramente no será un corralito, pero desde
luego es un robo en toda regla.