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esde que comenzara la crisis, allá por el año 2007, que se dice pronto, la
mayor parte de los ciudadanos hemos ido padeciendo un proceso de constante
empobrecimiento. Quien no ha perdido su trabajo ha sufrido recortes salariales,
incrementos en su jornada laboral o las dos cosas. La solución a la crisis, por
supuesto, siguen pregonando los próceres políticos y empresariales, pasa por la
aplicación de la receta que el ex presidente de la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE), el inigualable Gerardo Díaz Ferrán, no se
cansara de repetir: hay que trabajar más y cobrar menos. Una receta que este
maestro de la gestión empresarial que llevó a la quiebra a un montón de
empresas al tiempo que se llevaba a Suiza unos cuantos millones de euros no se
aplicó nunca a sí mismo. Como tampoco se la aplican los que se sientan en los
distintos consejos de administración de las empresas del Ibex 35, quienes en
2011 optaron por subirse sus millonarios sueldos un 5 por ciento, a pesar de
que los beneficios de las grandes compañías para las que trabajan menguaron un
34 por ciento. A la espera del dato correspondiente a 2012, y mientras tenemos
que aguantar la insistencia del actual presidente de la patronal, Juan Rosell,
en que hay que ligar los salarios a la productividad, me pregunto si todavía
hay alguien que crea que esto es una crisis y no una estafa.
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