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anolo Blahnik estuvo en La Palma, su isla natal, en la escuela de arte que
lleva su nombre. El creador de los célebres manolos
charló con los estudiantes y, según recoge el periódico La Provincia / DLP, les
invitó a largarse si no les gusta lo que hacen porque, dice el famoso diseñador
de zapatos, uno debe amar lo que hace. Y no le falta razón al ¿artista?, pues
ciertamente la cuestión vocacional ha de ser determinante a la hora de elegir
qué estudiar. Sin embargo, lamentablemente, una cosa es lo que uno estudia y
otra lo que uno hace para ganarse la vida. Y por más que se insista en que el
trabajo es un medio para la realización personal, lo cierto es que esto sólo es
así en contadas ocasiones, pues las más de las veces el trabajo representa para
el individuo una imposición que limita su libertad y su felicidad. ¿Cómo
entender si no que la mayor parte de los trabajadores se indignen ante el
retraso de la edad de jubilación? Quiere ello decir que el consejo de Blahnik
es un privilegio que casi nadie se puede permitir en el mundo real que es bien
distinto al que habitan los manolos.
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