jueves, 5 de diciembre de 2013

Mandela

D

ice Aristóteles en su Ética a Nicómaco que la política es la disciplina más eminente y la de mayor aptitud directiva, de suerte que el resto de las materias que contribuyen al desarrollo del conocimiento humano se hallan por debajo de ésta, pues la política “opera como legisladora de lo que se debe hacer y de aquello de lo que cabe apartarse”. Nuestros políticos no están a la altura de lo que Aristóteles señala en ese libro que, como su título indica, está dedicado a la ética, aunque también habla de política. Acaso sea esa la razón por la que el ministro Wert está empeñado en que los jóvenes españoles no estudien filosofía, no vaya a ser que se enteren de que la política es algo mucho más noble de lo que las prácticas de los que viven de ella pudieran hacernos pensar. Pese a todo, el siglo XX ha dado grandes figuras de la política en el sentido aristotélico. No hablamos de esos grandes estadistas, sino de personas que con su lucha por la dignidad devolvieron a la política su nobleza, tales como Gandhi o Luther King. Hoy nos ha dejado uno de esos grandes luchadores, Nelson Mandela, uno de los nuestros, un "nuestros" que engloba a la humanidad entera que hoy llora su muerte. Esperemos que los que ya somos gente del siglo XXI sepamos estar a la altura de ese gran luchador.

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