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añana se celebran las elecciones al Parlamento Europeo y lo más sonado de
la campaña electoral han sido las infaustas declaraciones del candidato del
Partido Popular Miguel Arias Cañete. No tuvo mejor ocurrencia el ya ex ministro
de Agricultura y aspirante a comisario europeo que afirmar, al día siguiente
del debate con la candidata soecialista,
que no quiso mostrar su superioridad intelectual para no ser acusado de
machista, lo que demuestra una doble torpeza: implícitamente reconoció haber
perdido el debate, por lo demás bastante insulso, y encima quedó como el
genuino machista que es, justo aquello que, según él mismo declara, había
intentado evitar. En manos de semejantes lumbreras estamos y así nos va.
Lo peor del asunto no son
las declaraciones en sí, sino lo que revelan: el machismo que no sólo continúa
presente en algunos sectores de la sociedad española sino que está incrustado
en buena parte de la clase política que es la que se supone que debiera liderar
la lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres. Prueba de ello es que
en el seno del Partido Popular hayan seguido arropando al candidato Cañete y
que éste sólo haya pedido disculpas con la boca chica y después de permanecer
varios días en silencio. Al más puro estilo del líder del partido.
Incluso hay quien, como su
isleño compañero de filas Manuel Fernández, ha entendido que la mejor defensa
es un buen ataque y, no sabemos si para echarle un capote a Cañete o para
terminar de hundirlo, se marcó unas polémicas declaraciones que, según él,
profirió en el 86 el a la sazón prócer soecialista
Alfonso Guerra. “Con la economía sumergida hay que convivir como con algunas
mujeres que no se las puede eliminar”, dice Fernández, en una supuesta ayuda a
Cañete, que dijo Guerra en su momento y no pasó nada. Alfonso Guerra, como
suele ocurrir, niega haber dicho tal cosa. Y digo yo que alguien debiera
hacerle ver a Fernández que si entonces no generó tanta polémica mediática la
supuesta declaración de Guerra y hoy en cambio no se toleran las manifestaciones
de Cañete no es por la filiación política de uno y otro sino porque, por
fortuna, la sociedad tolera cada vez menos los exabruptos machistas. El propio
Fernández también ha tenido que pedir disculpas. Veremos quién es el próximo. Y
de qué partido.
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