miércoles, 26 de enero de 2011

A vueltas con la energía nuclear

E
l debate sobre la energía nuclear es como el Guadiana, ya se sabe, aparece y desaparece. Ahora, inmersos como estamos en una crisis económica y sin que se vea aún la luz al final del túnel, han venido las lumbreras que rigen nuestros destinos a recordarnos que, vaya la economía como vaya, estamos desde hace tiempo afrontando una crisis energética. Ésta se debe, sobre todo, a que nuestro modo de vida se basa en el consumo de energía eléctrica, la cual, hasta ahora, se obtiene de tres fuentes principales: mediante la combustión de fósiles, la energía nuclear o el aprovechamiento de las fuentes de energía renovables. El primer modo, que es el convencional, es altamente contaminante, ya se trate de quemar carbón, petróleo o gas. Ciertamente que el carbón contamina más que el petróleo y éste más que el gas, pero la combustión de cualquiera de las tres materias es altamente perjudicial para la vida en el planeta. Éste es un inconveniente serio, o debiera serlo, pero además hay otro que ya es definitivo: las reservas de fósiles son finitas, esto es, tarde o temprano se acabarán y entonces, o disponemos de una manera alternativa de generar electricidad o sencillamente nuestro mundo se viene abajo.
            Los genios de la política, que vayan ustedes a saber de qué lámpara salieron, son conscientes de estos problemas, sobre todo del segundo, para qué nos vamos a engañar, y por ello andan desde hace tiempo dándole vueltas al asunto y han llegado a la conclusión de que la alternativa más rápida es la nuclear. ¿Por qué? Pues porque ahora mismo, dicen, disponemos de la tecnología adecuada para producir en centrales nucleares la electricidad que necesitamos. Además, se trata de un modo de producción de energía relativamente limpio, pues directamente contamina muy poco. El problema es que, vaya por Dios, genera una alta cantidad de residuos que hay que almacenar y mantener sellados y bien sellados porque son muy peligrosos. Y es que nadie quiere que le pongan un almacén de residuos nucleares al lado de su casa, y ya se sabe que los votantes son muy tiquismiquis con estas cosas. Por si esto fuera poco, aunque siempre podemos enviar los residuos a algún país del Tercer Mundo a cambio de una ayudita internacional, la cuestión es que se trata de un modo de producir energía demasiado arriesgado, pues en caso de accidente, y tratándose de seres humanos es algo que no se puede obviar, las consecuencias son catastróficas. El recuerdo de Chernóbil debería bastar para descartar la energía nuclear.
            Así las cosas, la única alternativa que nos queda es el desarrollo de las energías renovables, las cuales hoy en día están menos desarrolladas entre otras cosas porque la investigación en este campo lleva años de retraso en comparación con la investigación en energía nuclear. ¿Que cómo es que se ha investigado más en energía nuclear que en renovables? Las razones, como siempre, hay que buscarlas en las sinrazones de la economía y de los lobbies y en su interesada voluntad de favorecer más unas líneas de investigación que otras.

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