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a concepción que Marx tenía del trabajo, según la cual éste constituye el
único modo que tenemos las personas de realizarnos, se proyecta sobre la
exaltación del mismo que tradicionalmente han llevado a cabo los partidos de
izquierdas y los sindicatos de clase, la cual ha venido expresándose en consignas
del tipo “El trabajo dignifica” y otras por el estilo. Y aunque tal concepción
del trabajo haya sido asumida por algunos sociólogos, filósofos y gentes de
similar reputación, tengo para mí que es bien distinta de la que tienen la
mayor parte de los trabajadores, para quienes la tradición judeocristiana, “¡te
ganarás el pan con el sudor de tu frente!”, tiene mucho más peso que las ideas
de Marx a este respecto.
En efecto, el trabajo no
goza de muy buena prensa entre los currantes, por más que éstos se puedan
sentir orgullosos del modo en que se ganan la vida. Esta visión peyorativa del trabajo
se refleja en la aspiración que tiene la mayor parte de la gente, declarada o
no, a vivir bien sin pegar golpe, a dedicarse a la buena vida, que no es
exactamente lo mismo que la vida buena de la que en su día hablara Aristóteles.
Y es esta concepción negativa del trabajo la que explica que el viernes sea el
día más celebrado de la semana entre los trabajadores, para quienes el trabajo
no es precisamente un regalo del cielo, sino, antes al contrario, una suerte de
maldición divina. Mas a pesar de que el viernes sea desde hace ya tiempo el día
de los currantes por antonomasia, al menos entre los que libran los sábados y
los domingos, pues no en vano constituye la antesala del fin de semana, el
gobierno de Mariano Rajoy ha conseguido en tan sólo unos meses que no sólo los
trabajadores sino los ciudadanos en general lleguen a los días de asueto con
auténtico pavor.
Y es que el viernes ya no es
ese día en el que comienza el tiempo semanal de descanso, sino que se ha
convertido en el día en que tras la reunión del sanedrín de los moderados, el Consejo
de Ministros, se anuncien nuevos recortes sobre los recortes y recorto porque
me toca. En efecto, semana tras semana, viernes tras viernes, el Gobierno anuncia
nuevas medidas para, dice, combatir la crisis. Y si, tal como señala el propio
Rajoy, las reformas emprendidas no son fruto de la improvisación sino que
responden a una estrategia y se van a seguir anunciando cada viernes hasta que llegue el verano, uno no
puede sino preguntarse por qué razón no nos dicen de una vez cuáles son esas
reformas que los moderados van a emprender para salvarnos a todos y nos libran
así de esta tortura del machetazo semanal. ¿Será que no contentos con habernos chafado
los viernes pretenden también que le tengamos pánico al período estival?
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