A
|
unque oficialmente el verano no acaba hasta el 20 de septiembre, para
muchos de nosotros lo que verdaderamente marca el final del período estival,
como cuando éramos niños, es el término de las vacaciones, la vuelta de los chiquillos
al colegio y, cómo no, el inicio de la liga. Vuelve el fútbol y con él la
rutina de todos los años, tan distinta a la de los meses veraniegos. El verano
se va y deja, igual que siempre, un cierto halo de tristeza y desazón ante la
obligación de retornar a los quehaceres habituales. Esto al menos es lo que
pensaba uno antes de enterarse de que, según se afirma en un informe elaborado
por la empresa de recursos humanos Randstad, este año el número de trabajadores
con depresión postvacacional se ha reducido un 14 por ciento en el conjunto de
España y un 31 por ciento en Canarias.
¿Pero qué está pasando
para que la gente vuelva al curro con tanta alegría? ¿Será que por fin nos
hemos europeizado y ya no vemos en el trabajo un castigo divino sino una
virtud? Las respuestas a estas preguntas debemos hallarlas, como para casi
cualquier fenómeno sociológico de la actualidad, en la dichosa crisis. En
alguna ocasión hemos señalado que esta crisis, que como bien apunta el
periodista Ernesto Ekaizer es más bien una estafa, ha servido para inculcar aún más la ideología del capitalismo.
Hasta el punto de que donde antes miles de personas se sentían indignadas ante
su situación de mileuristas, ahora se congratulan de tener un empleo aunque sus
condiciones laborales hayan empeorado sensiblemente. Y es que no es lo mismo
volver al curro cuando uno cree tener su puesto asegurado que con la
incertidumbre de si todavía tiene cómo ganarse la vida, pues en esta nueva
situación, el regreso al trabajo, para quien todavía dispone de un trabajo al
que regresar, se torna más en motivo de celebración que de pesadumbre.
Sea como fuere el verano
toca a su fin y, la verdad, amén de las vacaciones que, unos más y otros menos,
la gente haya podido disfrutar, tampoco hay demasiadas razones para entristecernos
con el retorno a la rutina. En efecto, en estos dos meses las malas noticias no
han hecho sino sucederse unas a otras: desde los incendios de nuestros montes
al retiro de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes, pasando por el anuncio sin
anunciar, al más puro estilo Rajoy, de un rescate que ya parece inevitable, el
paro que no afloja, la caza de brujas en RTVE, la subida del IVA que
supuestamente no afecta a las Islas y sin embargo hace que se encarezcan los
precios… Y así las cosas y pese a que el otoño no se presente muy halagüeño,
antes bien todo lo contrario, acaso lo más conveniente sea refugiarse en la
rutina del trabajo diario, el que pueda, y en la liga, aunque tengamos que
soportar que Cristiano Ronaldo, pobrecito, se encuentre triste.
Poooobre Cristiano jajajaja
ResponderEliminar