viernes, 31 de mayo de 2013

Las alternativas de la FAO

L
os últimos informes de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) bien podrían haber sido escritos por Valle-Inclán o Groucho Marx. No sé cuánto cobrarán los autores de los informes de marras, mas todo lo que cobren será poco, porque los objetivos de la FAO no los cumplirán, pero como agentes dinamizadores (para emplear una expresión al uso) de la opinión pública son inmejorables. Y es que al esperpento de recomendar el consumo de insectos para paliar el hambre en el mundo, suman ahora la invitación a consumir medusas. No tengo nada en contra de que quien quiera coma aguavivas, y hasta reconozco que, tras las invasiones que hemos sufrido en estas ultraperiféricas islas en los últimos tiempos, estaría bien que les pudiésemos sacar algún provecho. Tampoco me parece mal que quien lo desee coma insectos y sé que hay lugares del mundo donde en su dieta habitual la gente consume esas clases de alimentos, lo cual, como no puede ser de otra manera, me parece absolutamente respetable. Pero lo indignante de este asunto es que detrás de la recomendación de la FAO se halla la premisa implícita de que la principal causa del hambre en el mundo es la falta de comida (de ahí la búsqueda de dietas alternativas), cuando lo cierto es que la humanidad hace ya tiempo que superó el problema de la producción y es bien sabido que el hambre en el mundo, la pobreza en general, nada tiene que ver con la producción sino con la mala, tremendamente injusta, distribución. Así que haría bien la FAO en proponer alternativas, pero no tanto a la producción y el consumo de alimentos, sino a la distribución de los mismos. 

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