Presumiendo de dedicatoria. |
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uienes me conocen saben que soy de siesta. Pero de siesta de verdad, nada
de quedarse medio traspuesto después de comer en el sofá viendo la tele. Yo
cada día, si nada lo impide, tras el almuerzo y el preceptivo vaso de vino,
generalmente tinto, me acuesto en la cama, cojo mi librito y en un par de
páginas me quedo frito. Sin embargo, hoy no me he podido echar la siesta. Y no
porque no haya tenido tiempo; de hecho, en cuanto he terminado de almorzar me
he ido a mi cuarto y me he acostado, pero no he podido dormir. La culpa la
tiene La estrategia del pequinés que
me tiene enganchado y no me ha dejado pegar ojo. Una genialidad de mi viejo
amigo Alexis Ravelo que ayer adquirí en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y que, sin ánimo de
erigirme en crítico literario, y aunque por suerte aún me quede medio libro por
leer, recomiendo a todo el mundo.
Hola Pedro...seguiré tu recomendación...me ha hecho gracia tu kantiana anécdota. Si no recuerdo mal, el riguroso y rutinario Kant interrumpió su paseo de media tarde tras recibir una carta de Rousseau...un cordial saludo..Vicente
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