jueves, 12 de septiembre de 2013

Cataluña y las dos Españas

E

xiste todavía una España reaccionaria y arrogante que se pasea por el mundo como si aún existiera aquel temible imperio donde nunca se ponía el sol. Es la España del “ y tú por qué no te callas” espetado por el rey a Hugo Chávez, a la sazón presidente electo de Venezuela, o la que se expresaba por la boca del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando éste señalara que gracias a su presión los europeos habían tenido que concedernos lo que él denominó eufemísticamente línea de crédito y no rescate, o, sin ir más lejos, la que se apresuró a celebrar antes de tiempo la elección de Madrid como sede de los Juegos de 2020 y no tardó en tachar de corruptos a los miembros del Comité Olímpico Internacional por haber elegido a Tokio. Se trata de una España intolerante que se cree la guardiana de la pureza de la esencia patria, una España que muchos creían moribunda y que sin embargo ahí está, con una salud (y mano) de hierro, la misma que hace oídos sordos a la gran masa social que ayer se manifestó en Cataluña y prefiere escuchar a esa “mayoría silenciosa”. Pero existe también otra España, plural, moderna y verdaderamente demócrata, que esperemos que pueda erigirse en interlocutora de los catalanes, independentistas o no, para que impere el sentido común, el diálogo racional y el respeto a la voluntad de los ciudadanos.

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