miércoles, 10 de septiembre de 2014

¡Menudo verano!

H
ubo un tiempo en el que durante el verano los periodistas que no estaban de vacaciones tenían verdaderos problemas para encontrar hechos noticiables con los que dotar de contenidos informativos a los distintos medios de comunicación en los que trabajaban. De ahí que en los meses estivales en los periódicos y otros medios abundaran las entrevistas y reportajes ligeros, frescos, propios para el verano, como gusta decir a los profesionales de la prensa. Sin embargo, parece ser que ese tiempo se ha acabado. Al menos eso es lo que indica este último verano que ya toca a su fin, en el que las noticias, ¡ay!, han proliferado. Y no se extrañen ustedes de mi lamento, pues sabido es que los acontecimientos dignos de ser publicados en los medios de comunicación no suelen ser buenos.
            En efecto, la barbarie no ha dado tregua ni siquiera en verano. Tan sólo en lo que a conflictos bélicos se refiere, en estos meses hemos tenido que estar al tanto de demasiados. Siempre son demasiados. La expansión del Estado Islámico en Siria e Irak, la obscenidad de Gaza o la guerra -o lo que quiera que sea- de Ucrania son algunas muestras de la capacidad humana para hacer positiva, directamente, el mal. Una capacidad que tiene su aspecto negativo en la incapacidad, igual de inmensa, para hacer el bien, como ha quedado reflejado en la insolidaridad occidental ante la expansión del virus del Ébola en África. Mientras los que mueran sigan siendo africanos no parece importarle a nadie. Como a nadie parece importarle las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que se comenten a lo largo y ancho del mundo, tal como no se ha cansado de denunciar Navi Pillay, quien hasta agosto fuera la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos.
              Tampoco el patio interior ha estado escaso de malas noticias durante este verano. Desde los casos de corrupción, con la incorporación estelar de Jordi Pujol, padre de la patria catalana que no sólo es un defraudador confeso sino que hasta que lo trincaron tenía la desfachatez de presidir una fundación con su propio nombre donde se dedicaba a hablar de ética y de valores, a la crisis social que padece España, que no afloja ni en verano, por más que la economía, según el Gobierno, se esté recuperando. Y es que los números macroeconómicos habrán mejorado, pero los pobres siguen siendo pobres y cada vez son más. La pobreza, ya saben, no se va de vacaciones. Y Canarias no es ninguna excepción. En las Islas la miseria y el paro siguen pegando duro, pese a que el número de turistas no pare de aumentar y la economía crezca a un ritmo superior a la media. Lo de siempre, unos los beneficios y los demás los sacrificios. Como con el petróleo que se nos viene encima del que ya hablaremos. Y para colmo, la vuelta al cole con la ley Wert, un auténtico atentado contra la igualdad que todos dicen defender. ¡Menudo verano hemos tenido y qué curso nos espera!

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