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reflexión filosófica sobre la ciencia y el conocimiento, la técnica y la
tecnología ocupan un lugar central, pues por más que podamos considerar la
búsqueda del conocimiento como un fin en sí mismo, lo cierto es que constituye
al mismo tiempo un medio para alcanzar otros fines, de ahí que el saber
presente una dimensión indudablemente pragmática. Es esa dimensión pragmática
del conocimiento la que hace entrar en juego a la técnica y a la tecnología,
las cuales permiten al ser humano alcanzar sus propósitos y son posibles
gracias al desarrollo del conocimiento. Como se ve, técnica y tecnología están
íntimamente vinculadas entre sí y, a su vez, guardan relación con la verdad y
el conocimiento, que son las que hacen posible su desarrollo, tal como acabamos
de señalar, pero no debemos confundir la una con la otra.
Una técnica vendría a ser la disposición a actuar siguiendo una regla
verdadera o, dicho de otro modo, poner en práctica una técnica consiste en
establecer los medios adecuados para la consecución de un fin. El desarrollo de
una técnica exige pues un cierto grado de conocimiento, mas cuando la técnica
en cuestión depende del conocimiento científico, entonces hablaríamos de
tecnología, de lo que se desprende que toda tecnología es una técnica pero no
toda técnica es tecnología, pues para que una técnica pueda ser considerada
tecnología en sentido estricto ha de estar basada en el conocimiento
científico. Así pues, podemos definir la tecnología como la aplicación del
conocimiento científico a la satisfacción de los deseos o intereses humanos. Y
esta tecnología generada gracias a la aplicación de la ciencia ha cobrado una
importancia crucial en el mundo actual, hasta el punto de que la ciencia parece
estar al servicio de la tecnología, lo cual ha hecho que ciencia y tecnología
deriven en una suerte de síntesis que se ha dado en llamar tecnociencia.
En la actualidad hablamos de tecnociencia para referirnos no solo a la
estrecha relación entre tecnología y ciencia sino para resaltar que en la
sociedad del siglo XXI la principal función de la ciencia parece ser la de
producir tecnología. En efecto, en la era de la tecnociencia, cada vez cuesta
más seguir distinguiendo entre ciencias básicas y aplicadas debido al hecho de
que la ciencia, como cualquier otra actividad humana, no es independiente del
sistema socioeconómico en el que se desarrolla, y en el marco del capitalismo
avanzado los intereses puramente científicos se entrecruzan con los intereses
económicos, de suerte que el viejo ideal de la búsqueda del saber por el valor
mismo del saber ha sido sustituido por la búsqueda del conocimiento por el
valor de su aplicación a la satisfacción de los intereses humanos mediante la
producción de tecnología y, en última instancia, a la generación de beneficios económicos.
Y de ese modo la ciencia se ve desplazada por la tecnociencia y el conocimiento
deja de ser considerado un fin en sí para convertirse en un simple medio al
servicio de la economía, la cual parece impregnar, y dominar, ¡ay!, todas las
esferas de la vida.
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