sábado, 23 de diciembre de 2017

La era de la tecnociencia

E
n la reflexión filosófica sobre la ciencia y el conocimiento, la técnica y la tecnología ocupan un lugar central, pues por más que podamos considerar la búsqueda del conocimiento como un fin en sí mismo, lo cierto es que constituye al mismo tiempo un medio para alcanzar otros fines, de ahí que el saber presente una dimensión indudablemente pragmática. Es esa dimensión pragmática del conocimiento la que hace entrar en juego a la técnica y a la tecnología, las cuales permiten al ser humano alcanzar sus propósitos y son posibles gracias al desarrollo del conocimiento. Como se ve, técnica y tecnología están íntimamente vinculadas entre sí y, a su vez, guardan relación con la verdad y el conocimiento, que son las que hacen posible su desarrollo, tal como acabamos de señalar, pero no debemos confundir la una con la otra.
          Una técnica vendría a ser la disposición a actuar siguiendo una regla verdadera o, dicho de otro modo, poner en práctica una técnica consiste en establecer los medios adecuados para la consecución de un fin. El desarrollo de una técnica exige pues un cierto grado de conocimiento, mas cuando la técnica en cuestión depende del conocimiento científico, entonces hablaríamos de tecnología, de lo que se desprende que toda tecnología es una técnica pero no toda técnica es tecnología, pues para que una técnica pueda ser considerada tecnología en sentido estricto ha de estar basada en el conocimiento científico. Así pues, podemos definir la tecnología como la aplicación del conocimiento científico a la satisfacción de los deseos o intereses humanos. Y esta tecnología generada gracias a la aplicación de la ciencia ha cobrado una importancia crucial en el mundo actual, hasta el punto de que la ciencia parece estar al servicio de la tecnología, lo cual ha hecho que ciencia y tecnología deriven en una suerte de síntesis que se ha dado en llamar tecnociencia.
 En la actualidad hablamos de tecnociencia para referirnos no solo a la estrecha relación entre tecnología y ciencia sino para resaltar que en la sociedad del siglo XXI la principal función de la ciencia parece ser la de producir tecnología. En efecto, en la era de la tecnociencia, cada vez cuesta más seguir distinguiendo entre ciencias básicas y aplicadas debido al hecho de que la ciencia, como cualquier otra actividad humana, no es independiente del sistema socioeconómico en el que se desarrolla, y en el marco del capitalismo avanzado los intereses puramente científicos se entrecruzan con los intereses económicos, de suerte que el viejo ideal de la búsqueda del saber por el valor mismo del saber ha sido sustituido por la búsqueda del conocimiento por el valor de su aplicación a la satisfacción de los intereses humanos mediante la producción de tecnología y, en última instancia, a la generación de beneficios económicos. Y de ese modo la ciencia se ve desplazada por la tecnociencia y el conocimiento deja de ser considerado un fin en sí para convertirse en un simple medio al servicio de la economía, la cual parece impregnar, y dominar, ¡ay!, todas las esferas de la vida.

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