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n estos días de
efemérides en los que con tanta pompa se celebran los 40 años de la
Constitución española, conviene recordar otro aniversario, tanto o más
importante, pues el próximo 10 de diciembre se cumplen los 70 años de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Se trata, sin lugar a
dudas, del mayor invento de la humanidad, pues reconocer que todas las personas,
sin distinción de ningún tipo, son seres dotados de dignidad y que por ello han
de tener reconocidos una serie de derechos, por el mero hecho de ser seres
humanos, cuyo respeto es necesario para llevar a cabo una vida digna constituye
un logro sin parangón en la historia de la humanidad. Y ello a pesar de las
críticas a las que han sido sometidos los derechos humanos, algunas de las
cuales resultan más plausibles que otras, como he tratado de hacer ver en mi
libro, disculpen la inmodestia, Democracia,
justicia y derechos humanos. Ensayos de filosofía libertaria.
La mayor de las críticas que, según
creo, cabe hacerle a los derechos humanos tiene que ver con su insuficiencia,
en el caso de que efectivamente se aplicaran universalmente, para garantizar
que todos los individuos puedan desarrollar una vida igualmente digna, pues la
dignidad sufre tanto con la desigualdad como con la falta de libertad, de ahí
que la vida digna exija la distribución igualitaria de la riqueza y el poder, que
es en lo que, en suma, consistiría una propuesta libertaria a un tiempo crítica
y vindicativa de los derechos humanos. Mas, dejando a un lado esta crítica, lo
cierto es que los derechos humanos no se respetan en todo el mundo y aunque
ello no reste un ápice a su validez universal, constituye un grave problema que
se debe superar para que los derechos humanos, con sus insuficiencias, puedan
cumplir con su finalidad que no es otra que la de proteger la dignidad de las
personas.
En efecto, los derechos humanos se
violan continuamente en numerosas partes del mundo, sobre todo allí donde se
carece de democracias plenamente consolidadas. Pero también en las democracias
avanzadas se violan los derechos humanos y España no es una excepción. En estos
días en los que celebramos los 40 años de la Constitución y, por ende, de la
democracia, debemos ser intransigentes con los ataques a los derechos humanos,
vengan de donde vengan, pero más aún si provienen del propio Estado que ha de
ser su garante. Ésta es la lección que debemos aprender de las condenas a
España por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Mas el mayor
atentado contra los derechos humanos que se está perpetrando en España en la
actualidad lo constituye la pobreza que impide a millones de personas vivir con
dignidad. La erradicación de la pobreza ha de ser la prioridad de cualquier
gobierno respetuoso con los derechos humanos, pues los derechos económicos,
sociales y culturales también forman parte de esa Declaración Universal de
Derechos Humanos cuyo 70 aniversario conmemoramos en estos días. Por ello, 40
años después de su nacimiento, ya es hora de que la Constitución reconozca estos
derechos humanos de la segunda generación como derechos fundamentales.
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