jueves, 13 de febrero de 2020

Las lecciones de Aznar

E
l pasado martes tuvimos ocasión de disfrutar del José María Aznar más profesoral, quien en una suerte de apropiación, más bien indebida, del célebre “como si” kantiano, aconsejaba a Pablo Casado, su fiel discípulo más aznarista que el propio Aznar, “confrontar con el Gobierno como si Vox no existiera y confrontar con Vox como si el Gobierno no existiera”. Cada uno podrá interpretar el consejo como considere, pero tengo para mí que si el expresidente del Gobierno se permitió dar esta lección a su pupilo es porque, a su juicio, el ahora líder de los populares se deja influir demasiado por Vox, en su crítica al Gobierno, y por el Gobierno, en su afán de tomar distancia de Vox. Y miren ustedes por donde que por una vez y sin que sirva de precedente voy a estar yo de acuerdo, siquiera sea parcialmente, con el representante hispano del trío de las Azores, referente intelectual de la derecha española, solo superado en sus reflexiones filosóficas por el nunca bien ponderado Mariano Rajoy.
            Y es que, aunque la influencia del PSOE, no digamos ya de Podemos o Izquierda Unida, es decir, los partidos del Gobierno, en Pablo Casado cueste tanto vislumbrarla que se diría inexistente, no cabe duda de que la competencia de Vox, así como la dependencia de sus votos para mantener el Gobierno en comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia, ha hecho que el PP copie y haga suyas las maneras y propuestas, hasta las más excéntricas, del partido liderado por Santiago Abascal, otrora miembro del PP y hoy socio acusador siempre dispuesto a tachar a su antiguo partido de haberse convertido en la derechita cobarde. Es por ello que tiene sentido que Aznar exhorte a su discípulo a apartarse de Vox en su crítica al Gobierno, y hasta sería digno de encomio, en aras de la moderación y del retorno a la senda de la oposición racional, si no fuera porque los consejos de Aznar tuvieron lugar en el foro España ante un cambio de régimen, más propio de un partido ultra que de un espacio académico como es la Universidad Francisco de Vitoria donde se celebró.
        Para la hemeroteca quedan otras lecciones aznarianas como la que el expresidente dejó al afirmar que el único defensor que queda de la Constitución es “el PP y poco más”, o que el PSOE ya no es un partido constitucionalista. Solo le faltó terminar parafraseando a Luis XIV con un solemne la Constitución soy yo, o, mejor aún, la Constitución es el PP y el PP soy yo. Todo lo cual nos lleva a concluir que Aznar, además de al “como si” kantiano, le ha cogido afición a la dialéctica, a juzgar por su propensión a la contradicción. Y es que nada hay tan dialéctico como aconsejar distanciarse del partido de Abascal mientras con el traje de Vox puesto y lo más abascalianamente imaginable se traza un diagnóstico de España como el que dibujó Aznar en su diálogo con Pablo Casado.

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