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ice Emmanuel
Macron, presidente de Francia, que el miedo va a cambiar de bando. Es lo mismo
que hace unos años afirmaba Pablo Iglesias, cuando aún no tenía asiento en el Consejo
de Ministros y Podemos aspiraba a asaltar el cielo. Entonces a Iglesias lo
criticaron desde la derecha, el centro y hasta la izquierda con la que hoy
comparte gobierno en calidad, nada menos, que de vicepresidente segundo. Y es
que, según los críticos, las proclamas de Iglesias sonaban poco democráticas,
amenazantes para todo aquel que no comulgara con sus ideas. Por supuesto, nada
de ello era cierto, como el tiempo ha demostrado, amén de si las políticas del
Gobierno y su gestión de la pandemia nos parecen más o menos acertadas. A
Macron, en cambio, que ha dicho lo mismo pero en francés, no solo no se le
critica sino que hasta se le aplaude por la contundencia de sus palabras
después del vil asesinato de un profesor por defender la libertad de expresión.
Cuando
Iglesias afirmó que el miedo iba a cambiar de bando no me pareció mal, pues,
francamente, no veía yo, y sigo sin verlo, qué tiene de malo que en vez de que
millones de personas tengan miedo a perder su empleo, a perder su vivienda o a
caer en el pozo de la pobreza, los más adinerados temieran no ya dejar de ser
multimillonarios sino solo serlo un poco menos, que las grandes fortunas
temieran tener que pagar los impuestos que les corresponden, que las grandes
empresas tuvieran miedo de no poder seguir defraudando… en fin, que los más
privilegiados tuvieran miedo de que si Podemos llegara al poder se pudiera
avanzar en la construcción de una sociedad menos injusta. Que el miedo cambiara
de bando, ya digo, no me pareció mal; me resultó inverosímil, altamente
improbable. Tras nueve meses de Gobierno de coalición, yo diría que el miedo
sigue estando en el mismo sitio.
Las
palabras de Iglesias en la boca de Macron cobran un significado distinto, pues
el presidente de la république, tan
centrado, tan moderado, tan transversal, seguro que no tiene en mente la lucha
de clases, así que los bandos a los que se refiere han de ser otros. Quiero
pensar que la lucha que Macron tiene en mente es la de los demócratas frente a
los totalitarios y que, a partir de ahora, serán los terroristas quienes hayan
de temer a los demócratas. Ello ya sería suficientemente grave, pues implicaría
que la ciudadanía francesa ha vivido atemorizada en los últimos tiempos frente
a la barbarie del fundamentalismo islámico. En la defensa de las libertades no
se debe ceder ni un milímetro, el sagrado derecho a la libertad de expresión
incluye, no faltaba más, el de criticar cualesquiera creencias, incluidas las
religiosas, lo mismo da que se trate del cristianismo, el islam, el judaísmo o
la religión que sea. Mas sería un grave error confundir la lucha por la
libertad con la lucha identitaria, confundir, sin más, terrorista con musulmán.
Y es que el miedo debe cambiar de bando, sí, pero hemos de tener cuidado para
no librar la lucha equivocada, pues no todos los miedos son iguales, ni los
bandos tampoco.
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