miércoles, 13 de marzo de 2013

Un ministro 'ultra'


L
as declaraciones de Jorge Fernández Díaz con respecto al vídeo del Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) en el que se aprecia cómo la patrullera de la Guardia Civil arrolla a una patera en la costa de Lanzarote parecen más propias de un ultra de un equipo de fútbol que de un ministro del Interior. El incidente que costó la vida de una persona y la desaparición de otras seis ocurrió el pasado mes de diciembre y, desde entonces, la versión oficial del Gobierno insiste en atribuir la responsabilidad de los hechos al patrón de la embarcación en la que viajaban los inmigrantes. Ahora, y pese a las imágenes ofrecidas por el SIVE y publicadas por la Cadena Ser, Fernández Díaz ha vuelto a ratificar la versión oficial y ha afirmado, ¡en el Congreso!, que las imágenes no aportan nada nuevo. Igualito que un ultra cuando repite una y otra vez que una mano dentro del área propia de un jugador de su equipo que todo el mundo ve menos él y los ultras como él no es penalti. Este fanatismo, sin estar bien, es tolerable en una discusión de bar o en una pseudotertulia televisiva de fútbol, pero que el ministro del Interior niegue lo que cualquiera que haya visto el vídeo puede apreciar es inadmisible. Ya veremos qué dice el juez, que aunque no pueda contar con los testigos ya que, gracias a las diligencias de Interior, fueron rápidamente expulsados del país, sí tiene a su disposición la esclarecedora grabación.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Si esto es una crisis o una estafa


D
esde que comenzara la crisis, allá por el año 2007, que se dice pronto, la mayor parte de los ciudadanos hemos ido padeciendo un proceso de constante empobrecimiento. Quien no ha perdido su trabajo ha sufrido recortes salariales, incrementos en su jornada laboral o las dos cosas. La solución a la crisis, por supuesto, siguen pregonando los próceres políticos y empresariales, pasa por la aplicación de la receta que el ex presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), el inigualable Gerardo Díaz Ferrán, no se cansara de repetir: hay que trabajar más y cobrar menos. Una receta que este maestro de la gestión empresarial que llevó a la quiebra a un montón de empresas al tiempo que se llevaba a Suiza unos cuantos millones de euros no se aplicó nunca a sí mismo. Como tampoco se la aplican los que se sientan en los distintos consejos de administración de las empresas del Ibex 35, quienes en 2011 optaron por subirse sus millonarios sueldos un 5 por ciento, a pesar de que los beneficios de las grandes compañías para las que trabajan menguaron un 34 por ciento. A la espera del dato correspondiente a 2012, y mientras tenemos que aguantar la insistencia del actual presidente de la patronal, Juan Rosell, en que hay que ligar los salarios a la productividad, me pregunto si todavía hay alguien que crea que esto es una crisis y no una estafa.

lunes, 4 de marzo de 2013

Los moderados del PP


E
l día en que José María Aznar, en un alarde de talante democrático, designó a Mariano Rajoy como su sucesor al frente del Partido Popular, no pocos fueron los que señalaron que el nuevo presidente del PP representaba al ala moderada del partido. Y cuando Rajoy formó gobierno, unos cuantos años más tarde, se volvió a insistir en que los elegidos para ser ministros se caracterizaban por ser de ideas y actitudes moderadas. Mas unos meses en el Gobierno sirvieron para desengañar a los pánfilos que salieron de su candidez al ver cómo los moderadísimos nos golpean a todos un día sí y otro también con su contundente moderación.
            Y es que, además de la moderada contundencia con la que el Gobierno aplica la ortodoxia liberal en el plano económico, de la mano del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, que han conseguido, entre otros logros, que el número de parados alcance los seis millones y que el fraude fiscal se dispare, hemos tenido que sufrir la moderación del muy moderado ministro de Educación José Ignacio Wert, quien muy moderadamente pretende implantar un sistema educativo neofranquista. Y ahí no acaban las moderaciones, porque el ultramoderado ministro de Justicia y ex alcalde de Madrid, el más moderado de todos los moderados, no contento con sus polémicas leyes de tasas judiciales y del aborto, se dedica a otorgar indultos tan moderados como el concedido a los cuatro Mosso’s de Esquadra  que habían sido condenados por torturar a un hombre.    
            Tras quince meses de moderaciones, ahora le toca el turno, de nuevo, al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Éste era moderadísimo antes de ser ministro, cuando ejercía de tertuliano en la Cadena Ser, pero la verdadera esencia de su moderación salió a la luz con la muy moderada gestión que llevó a cabo del 25-S y sus felicitaciones a la policía por sus moderados excesos. Y por si alguien no tuviera claro cuán moderado es nuestro ministro, éste ha querido despejar dudas con unas declaraciones sobre el matrimonio entre homosexuales, el cual, según el moderado ministro, no puede gozar de la misma protección que el matrimonio entre heterosexuales porque, atención al descubrimiento, ¡no garantiza la supervivencia de la especie! Ya sólo falta que alguien proponga a Fernández Díaz, este Charles Darwin del siglo XXI, como candidato al Premio Nobel de Medicina por sus hallazgos en materia de reproducción humana, lo que no resultaría tan descabellado si tenemos en cuenta que a Barack Obama le concedieron el de la Paz. Mientras esto ocurre, sólo espero que en el PP sigan mandando los moderados, porque da miedo pensar cómo serán los ultras.



sábado, 2 de marzo de 2013

El esPerPento, que no cesa


E
l esperpento del gobierno del PP no parece tener límites. Si hace unos días hablábamos de los pensamientos marxistas -de Groucho, claro- de Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, hoy no salimos de nuestro asombro al escuchar las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien ayer señalaba que no sabe ni cuántos funcionarios tiene España en el exterior, ni cuántos edificios ni quién hace qué: ¡Alucinante! Imaginamos que la culpa de tamaño disparate la tiene el gobierno soecialista anterior, porque si Miguel Ángel Moratinos o Trinidad Jiménez, sus antecesores en el cargo, sí conocían esos datos, Margallo ha tenido más de un año para preguntárselo, así que seguro que ellos tampoco lo sabían, pero nunca nos lo dijeron. Y claro, lo que no averiguaron los soecialistas en tantos años, no lo iba a poder hacer el bueno de Margallo en tan sólo 15 meses. Se comprende así que en el PP, que es el partido del Gobierno, no se sepa nada del exterior, lo que implica que tampoco se sabe cuánto dinero cuesta el despliegue de edificios y de funcionarios, ni tampoco cuántos euros se ahorró el Estado con los recortes en los salarios a los funcionarios. Y hablando de euros y del exterior: ¿sabrá el Gobierno cuántos de los funcionarios de su partido tienen cuentas en el exterior o no le consta? El esPerPento, que no cesa.

viernes, 1 de marzo de 2013

Antisistema


E
n estos tiempos de crisis económica, social y política, de crisis total, vaya, el término antisistema aparece con frecuencia en la boca o la pluma de políticos profesionales, empresarios, periodistas, analistas, intelectuales y demás gente dada a realizar comentarios sobre la tremenda situación que estamos padeciendo la mayor parte de nosotros. Tanto es así que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) lo recogerá en su vigésima tercera edición, tal como figura en el avance que se puede consultar en Internet. Y aunque según el DRAE la palabra de marras es un adjetivo, suponemos que calificativo, bien podríamos considerarlo, a tenor del uso que de él hace la mayoría de quienes lo emplean públicamente, como un adjetivo descalificativo. Y es que el vocablo antisistema se emplea a menudo como sinónimo de violento o antidemocrático para arrojarlo sobre aquellos a quienes se pretende descalificar.
            Según el DRAE, antisistema significa “contrario al sistema social o político establecidos”, tal como cualquiera podría inferir, sin necesidad de ser académico. Como se observa con facilidad, la violencia o la democracia no aparecen por ningún lado. Y si damos por buena la definición de la Real Academia, por más que ésta deba establecer la definición de las palabras a partir del empleo que de ellas hacen los usuarios de la lengua, no podemos sino preguntarnos de dónde surge entonces ese sentido perverso con el que muchos utilizan el término antisistema. La clave radica en limitar la descalificación de antisistema sólo a aquellos que se oponen al orden establecido allí donde existe una democracia representativa. De este modo, quien se opone al sistema, se opone a la democracia y lo de violento le cae por añadidura, pues quien no es democrático, no respeta la voluntad de los demás y trata de imponer la suya por la fuerza, es decir, violentamente.
            La argumentación sería plausible si se aplicara sólo a aquellos partidarios, por las razones que fuese -más bien sinrazones- de implantar un régimen dictatorial, pero pierde todo su sentido cuando quienes se oponen a la democracia tal como está implantada hoy, lo hacen porque consideran que adolece de demasiados déficits que la vuelven, paradójicamente, antidemocrática. Pues quienes hacen suya la tesis de que sin justicia no hay democracia, porque la democracia implica la igualdad política y ello no es posible sin igualdad económica y social, quienes suscriben la tesis de que democracia significa que cada uno ha de poder participar directamente en la toma de decisiones públicas que le afectan, son ciertamente antisistemas, pero en ningún caso habrán de ser tomados por antidemocráticos ni por violentos. Antes al contrario, son ellos, los antisistemas que reclaman más libertad, más igualdad, más justicia, en definitiva, más democracia, quienes podrían acusar a los pro sistema de violentos y antidemocráticos, toda vez que apuestan por un sistema cuyas carencias democráticas se revelan cada día con más claridad y cuya violencia es patente a la luz de las tremendas injusticias que promueve.