jueves, 20 de enero de 2011

La visita del gigante asiático

E
stábamos todavía criticando al gobierno de China por no haber permitido a Liu Xiaobo viajar a Noruega a recoger el Nobel de la Paz, cuando el viceprimer ministro del gigante asiático, Li Keqiang, visitó España en vísperas de Reyes para tapar las bocas con sus regalos. Liu Xiaobo está en la cárcel por defender los derechos humanos en su país, por ocurrírsele nada menos que promover una carta pidiendo a su gobierno que lleve a cabo reformas democráticas. Y todos estábamos con él, pero, claro, los contratos multimillonarios ofrecidos por Li Keqiang, además del compromiso de comprar deuda pública española, hicieron que nos olvidáramos rápidamente de la importancia de los derechos humanos. Y así, de la indignación ética que nos produjo la ausencia de Liu Xiaobo en la ceremonia de entrega del premio, pasamos a la contrariedad estética que causaba su silla vacía, qué feo, tú, entre los miembros del Comité Nobel del Parlamento Noruego. De repente, todos nos volvimos postmodernos y recordamos que, al fin y al cabo, los derechos humanos son un producto cultural occidental y no se pueden exportar al resto de las culturas y bla, bla, bla.
            Desde luego, no seré yo quien afirme que no se pueden establecer relaciones comerciales con países en los que los derechos humanos no estén garantizados, pues es sabido que cuando eso ocurre son las personas de esos lugares las que primero y con más virulencia sufren las consecuencias, como sabido es también que los bloqueos de marras sirven antes para debilitar a los enemigos ideológicos que para defender los derechos fundamentales. Por lo demás, no se me esconde que China no es Cuba y que no está España, ni ningún país del mundo, en condiciones de ponerle freno a su expansión económica. Pero una cosa es establecer relaciones fructíferas para ambos y otra bien distinta es recibir a un alto dirigente de China y no hacer ni una sola mención a la situación de los derechos humanos en general y a la del premio Nobel de la Paz en particular.
            El caso es que a Li Keqiang lo recibieron el ZuperPresidente y varios miembros del Gobierno soecialista y todos quedaron encantados con los acuerdos alcanzados, incluidos, cómo no, los empresarios que cerraron importantes negocios con el representante del gobierno de China. Y como en Canarias no íbamos a ser menos, unos días más tarde celebramos la visita de otro viceprimer ministro chino, Hui Liangyu, a quien parece ser que entre Paulino Rivero, Jerónimo Saavedra y Javier Sánchez Simón  -¡toma consenso interpartidista!- han convencido de que el puerto de La Luz es la plataforma ideal para que las empresas chinas se lancen a conquistar, económicamente, se entiende, el continente africano. Sólo espero que la siempre bienvenida confraternización no sirva de pretexto a nuestros empresarios y políticos para convencernos de la idoneidad de trabajar a la china. Que ya se sabe que la ausencia de derechos es una de las claves del espectacular crecimiento de la economía del gigante asiático.

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