viernes, 8 de abril de 2011

El relevo de ZP

E
l pasado fin de semana nos enteramos de que el ZuperPresidente no será el candidato del PSOE en las elecciones generales de 2012, para alegría de unos, desgracia de otros e indiferencia de la mayoría. Los soecialistas están contentos porque, a poco más de un mes de las elecciones municipales y autonómicas, piensan que les beneficia que ZP haya anunciado, por fin, su renuncia a renovar en el cargo; los impopulares, en cambio, se frotan las manos porque consideran que la renuncia de Zapatero bien puede interpretarse como el reconocimiento de su fracaso al frente del Gobierno, aunque por otra parte les molesta haberse quedado sin el que hasta ahora ha constituido el blanco de sus ataques; y al común de los ciudadanos, sencillamente, nos da lo mismo. Y me permito generalizar porque tengo para mí que a la ciudadanía en general le importa poco quién encabece las listas electorales de los partidos, habida cuenta de los índices de participación electoral y del descrédito que, según las encuestas, tiene la clase política ante los ciudadanos. Se lo han ganado a pulso, la verdad.
            Supongo que el descrédito tiene que ver sobre todo con los casos de corrupción que afectan a todos los partidos, sirvan los soecialistas de Andalucía y los impopulares de Valencia de ejemplo de lo que digo, pero también con la desfachatez con la que los políticos despilfarran el dinero público y el tren de vida que llevan en los tiempos que corren. Y es que cuesta entender, para poner otro ejemplo, que un eurodiputado gane unos 8000 euros al mes y que entre dietas y complementos llegue a los 13000, según la Cadena Ser, cuando España padece una tasa de paro que en 2010 superó el 20 por ciento y en 2011 no bajará del 19 por ciento. Y eso por no hablar de nuestras ultraperiféricas islas, donde los casos de corrupción se multiplican casi tan rápido como los parados, que ya representan el 30 por ciento de la población activa, y donde buena parte de los trabajadores que aún no han perdido su empleo son mileuristas.
            Mas la indiferencia con la que muchos ciudadanos nos tomamos el relevo de ZP tiene tanto que ver con el descrédito de la clase política como con la falta de legitimidad de nuestra democracia. Pues cuando el Gobierno toma medidas que van en contra de la voluntad popular, cuando con el pretexto de paliar la crisis asistimos al progresivo deterioro de los derechos sociales, y cuando, encima, se nos dice que todo ello es necesario para satisfacer a los mercados y que, en definitiva, se trata de medidas que nos vienen impuestas por no se sabe muy bien quién, uno no puede sino preguntarse qué clase de democracia es ésta en la que la política está al servicio del capital y los ciudadanos no nos podemos dar a nosotros mismos las leyes que luego tenemos que cumplir, porque éstas las redactan los consejos de administración de las grandes empresas.

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