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a selección española empezó y terminó la Eurocopa enfrentándose a Italia.
Mas si en el primer partido que jugaron y que les sirvió a ambas para iniciarse
en el campeonato ninguna de las dos fue mejor que la otra, en la final el
equipo español fue manifiestamente superior. En efecto, el conjunto dirigido
por Del Bosque volvió a desplegar sobre el césped su tiqui-taca más agresivo, el
que le ha valido para despertar la admiración de todos los aficionados al
fútbol del mundo y gracias al cual ha cosechado éxitos jamás soñados por los
futboleros patrios. Y todo ello sin que el marqués haya perdido la compostura y
sin renunciar al dichoso doble pivote que para algunos, entre los cuales me
encuentro, significa un obstáculo para la fluidez del juego y la rápida
circulación de la pelota.
Resulta irónico a la par
que ilustrativo que los mayores éxitos futbolísticos conseguidos por la
selección hayan venido precisamente en un tiempo en que, según los agoreros de
la derecha, España ha estado a punto de romperse por mor de la conspiración
socialista y sus concesiones a los nacionalismos ibéricos, que no isleños,
desde luego. Y aunque en alguna otra ocasión ya he mencionado que con
izquierdas como las del PSOE poca falta hacen las derechas, lo cierto es que en
el fútbol ocurre lo mismo que en prácticamente todas las esferas de la vida:
por más que los salvapatrias de siempre se llenen la boca con la palabra
España, la verdad es que nunca el país ha ido mejor que en los años en los que
ha habido democracia.
Esto es especialmente
cierto en el ámbito educativo, en el que los logros alcanzados en las últimas
décadas representan un auténtico gran
salto adelante con respecto a los años grises que algunos parecen añorar. En
efecto, la formación de los españoles está hoy al nivel de la de las
principales potencias europeas, como muestra el hecho de que desde la tan
admirada como odiada Alemania se demanden profesionales formados en nuestras
universidades. Otra cosa es que el tejido empresarial y productivo, en manos
precisamente de quienes fueron educados en la escuela predemocrática, siga sin
estar a la altura. Resulta así difícil comprender las críticas nada
constructivas a nuestro sistema educativo, por más que éste sea manifiestamente
mejorable, como la realizada por Eduardo Jordá en su artículo “Sutileza
contra españolía”, publicado el pasado martes en el periódico La Provincia / Diario de Las Palmas, donde
el autor muestra su asombro ante el hecho de que esta generación de futbolistas
haya logrado alcanzar tantos triunfos aun habiendo padecido la educación
impuesta por la Logse. Y es que la realidad, terca como es, obliga a pensar que
nuestros éxitos de los últimos años, futbolísticos o no, han sido más gracias a nuestro sistema educativo que a pesar de él.
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