viernes, 18 de octubre de 2013

La dignidad no admite la pobreza

E
l pasado jueves se celebró, como cada 17 de octubre desde 1993, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Esta fecha fue escogida por la ONU en conmemoración de la concentración que ese mismo día de 1987 tuvo lugar en París para rendir homenaje a las víctimas de la pobreza extrema, la violencia y el hambre. Nada menos que 100.000 personas se manifestaron entonces en el mismo sitio en el que en 1948 se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para denunciar que la pobreza constituye una vulneración de los derechos fundamentales de las personas. Veinte años después, ese atentado contra los derechos humanos que es la pobreza sigue siendo una realidad, por lo que la conmemoración del 17 de octubre sigue teniendo pleno sentido.
            En la célebre Cumbre del Milenio los gobiernos de los países miembros de la ONU se comprometieron a reducir a la mitad la pobreza extrema en el mundo en 2015. A menos de dos años de la fecha propuesta, nos encontramos ante un nuevo fracaso de las Naciones Unidas, pues si bien es cierto que antes de la crisis la pobreza se había reducido en casi todas las regiones del mundo, según la ONU, también lo es que después de la crisis los procesos de disminución de la pobreza se han estancado y que el hambre alcanzó sus máximas cotas en 2009. Además, la crisis económica, que es también una crisis social, ha dejado a muchísimas personas sin empleo, lo que ha traído como consecuencia que más individuos se encuentren en situación de pobreza extrema.
                  El mal de la pobreza no es sólo un problema de los países en vías de desarrollo. Afecta también, y mucho, a los países más desarrollados, a los que forman parte de eso que se ha dado en llamar el mundo rico. En efecto, en el mundo rico cada vez hay más pobres. En España, según el informe de Cáritas, tres millones de personas, el doble que antes de la crisis, están en situación de pobreza severa, lo que significa que viven con menos de 307 euros al mes. Y más del 20 por ciento de los hogares españoles, sin estar en situación de pobreza severa, ingresan menos de 14.700 euros anuales, que es lo que marca el umbral de la pobreza para un hogar conformado por dos adultos y dos menores. En Canarias, la situación es aún peor, pues en 2011 la pobreza alcanzaba a casi el 34 por ciento de la población, una tasa alarmante que en 2013 seguramente se habrá incrementado. Y todo ello cuando en España el número de millonarios ha crecido un 13 por ciento en apenas un año, lo que pone de relieve, una vez más, que esta crisis que estamos padeciendo no sólo es una estafa, sino que es, sobre todo, una violación de los derechos humanos, un atentado contra la dignidad de las personas que una sociedad pretendidamente democrática no puede permitir ni dentro ni fuera de sus fronteras. 

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