jueves, 14 de noviembre de 2013

Irónicas coincidencias

C
ircula por el universo virtual de las redes sociales una viñeta en la que se ve una imagen de Karl Marx que espeta al lector: “¿El banco te quitó tu casa, una propiedad privada? Pensaba que eso sólo ocurría en el comunismo”. El chiste tiene su buena dosis de mala leche pero también su gracia. Es lo que tiene el humor negro, que por negro que sea no por ello deja de ser humor. Incluso me atrevería a decir que a más de un desahuciado, pese a lo terrible de su situación, la irónica viñeta protagonizada por un Marx ficticio ha conseguido sacarle una sonrisa, siquiera sea amarga. No es el único chiste que tiene como trasfondo al comunismo. Imposible olvidar aquella escena de la formidable película Los lunes al sol, en la que en un diálogo entre un ex piloto espacial de la Unión Soviética y otro viejo camarada que sobreviven en España como pueden se muestra que todo aquello que los dirigentes les contaron sobre el socialismo era mentira, pero que lo peor es que lo que les dijeron sobre el capitalismo, ay, era verdad.
            Si Fernando León, el director del filme de marras, consiguió mostrar en clave de humor uno de los lados oscuros del capitalismo, el del paro y toda la problemática a él asociada, desde la pobreza y la miseria hasta la frustración y la degradación personal de quienes no disponen de un medio para ganarse la vida y realizarse a sí mismos, algo similar llevó a cabo Florian Henckel von Donnersmarck con su también fantástica película La vida de los otros: un retrato no exento de humor en el que el director alemán muestra con toda crudeza las infames actuaciones de la Stasi, la terrible policía secreta de la antigua República Democrática Alemana que, con el pretexto de garantizar la seguridad del Estado, espiaba a cientos de miles de ciudadanos.
           Resulta irónico que la antigua Alemania Oriental se denominara República Democrática, pero más irónico resulta aún que la cuestión del espionaje de los ciudadanos por parte de sus propios gobiernos, o los gobiernos de los países amigos, constituya otra de las coincidencias entre el viejo comunismo autoritario, el llamado socialismo real, y nuestra más vieja aún democracia liberal, que bien podríamos denominar con la misma contundencia democracia real, en tanto que es la realmente existente por más que, en rigor, no sea realmente muy democrática. Y es que en una genuina democracia no tiene cabida esta intolerable violación del derecho fundamental de los individuos a la intimidad, como tampoco pueden existir lugares en los que se violan sistemáticamente los derechos humanos como Guantánamo que, por cierto, otra irónica coincidencia, se escribe también con G, igual que Gulag.

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