jueves, 11 de diciembre de 2014

A vueltas con la violencia

L
a violencia ha sido el tema estrella en los círculos mediáticos en las últimas semanas, a raíz del enfrentamiento entre los miembros del Frente Atlético y los del Riazor Blues que, como se sabe, se saldó con el fallecimiento de un hombre. La tan absurda como trágica muerte del hincha del Deportivo ha dado pie a múltiples reflexiones sobre la violencia en el mundo del fútbol, así como en otros ámbitos de la sociedad. Y aunque en la última entrega de LUCES DE TRASNOCHE ya mostraba yo mi disconformidad respecto a cómo se ha enfocado, por lo general, este asunto, pues, en mi opinión, nuestra sociedad, aun siendo violenta, lo es menos que en otras etapas de nuestra historia reciente, no digamos ya de la historia más remota, lo cierto es que en la actualidad muchas personas siguen siendo víctimas de la violencia, razón por la cual finalizaba el artículo con la promesa de volver a hablar sobre este tema, más concretamente sobre esas formas de violencia que se siguen sufriendo en el presente.
            Si hablamos de formas de violencia, lo primero que habría que señalar es que, en efecto, existen distintos tipos: violencia directa, por una parte, y violencia estructural, por otra, por más que ambas puedan darse a la vez. La primera es la violencia que tiene lugar cuando se produce una agresión, ya sea física o psíquica, de forma inmediata, es decir, sin mediación alguna entre el agresor y el agredido: golpes, maltratos físicos, humillaciones, degradaciones morales serían ejemplos de este tipo de violencia que es fácilmente identificable como tal. La segunda, en cambio, suele darse más bien de manera mediata y es la violencia que consiste en la violación de los derechos humanos. Se trata de una forma de violencia, la estructural, que no siempre se identifica como tal, pues puede ejercerse sin que haya agresiones directas.
           Acaso la máxima expresión de la violencia directa sea la guerra y por ello mismo nuestra sociedad es en ese sentido mucho menos violenta que en otras etapas de nuestra historia reciente. Incluso si atendemos a otras formas de violencia directa que van desde los asesinatos motivados por espurios intereses a las simples peleas callejeras, parece claro que no es ésta una forma de violencia que sea especialmente preocupante en la actualidad. Mas si atendemos a la violencia estructural, a la conculcación de los derechos humanos y, por ende, a la falta de respeto a la dignidad humana, sólo podemos concluir que por más que con la llegada de la democracia tal violencia haya menguado, nuestra sociedad sigue soportando unos niveles de violencia inadmisibles. Así lo atestiguan, por ejemplo, los datos relativos a los niveles de pobreza y de desigualdad que constituyen una de las más claras expresiones de la violencia estructural a la que nos estamos refiriendo. 

1 comentario:

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