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icen los de Podemos que ellos no son de derechas ni de izquierdas porque
los polos en el debate político han cambiado. Ahora la contienda se da, Podemos
dixit, entre los de arriba y los de abajo, o entre los partidarios de la vieja política y los que apuestan por la nueva política. Más allá de si este nuevo dualismo resulta
excesivamente simple, tampoco es que la dicotomía tradicional fuese muy
sofisticada, lo cierto es que los postulados de esta nueva formación política
la sitúan claramente en el lado izquierdo del universo ideológico. Incluso si
nos atenemos a su terminología, parece bastante claro que la izquierda ha
pretendido siempre representar los intereses de los de abajo, frente a la derecha que defiende los privilegios de los de arriba, para lo cual ha reivindicado nuevas formas de hacer política, más
progresistas, frente a las viejas
políticas conservadoras propias de la derecha.
El no querer identificarse
ni con la derecha ni con la izquierda responde, según creo, a la pretensión de
Podemos no tanto de situarse más allá de las ideologías, sino más bien de
desligarse de los partidos políticos tradicionales, pues todos ellos forman
parte de lo que Podemos denomina la casta, una suerte de estamento superior
constituido por la alianza entre las élites económicas y políticas. Incluso es
una forma de mostrar su disconformidad con la manera en que se ha venido
entendiendo la democracia y de mostrar su, en principio, clara apuesta por una
democracia más participativa y directa, por una verdadera democracia, tal como
reclamaban los indignados del 15-M y la plataforma que dio lugar a dicho
movimiento, Democracia Real Ya. Y es que Podemos es en buena medida heredero
del 15-M, un movimiento que también decía no ser ni de derechas ni de izquierdas,
pero cuyas proclamas lo situaban igualmente en el lado siniestro de la política.
¿Acaso la derecha ha reivindicado alguna vez como suya la apuesta por la
democracia radical?
Es por su por su decidida
voluntad de arremeter contra las élites económicas y gubernamentales para
avanzar hacia una mayor igualdad social, por su clara apuesta por la
horizontalidad en las formas de hacer política, por lo que Podemos contó desde
que se presentó a las elecciones al Parlamento Europeo con mis simpatías. Mas
es también por lo mismo por lo que me resultó más atractiva la candidatura de
Pablo Echenique que la de Pablo Iglesias, por lo que lamento que en elecciones
a los consejos ciudadanos como las de Barcelona, a pesar de que el resultado
fue muy igualado, la candidatura vencedora no integrara en el consejo a nadie
de la lista alternativa. Ahora se acaban de celebrar elecciones a los consejos
ciudadanos de Canarias y aunque he apoyado la candidatura de Contigo Podemos en
la Comunidad Autónoma y en Gran Canaria, espero que, gane quien gane, en el
consejo resultante estén representados todos. Lo contrario sería una extraña
manera de empezar a hacer nueva
política en Canarias.
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