P
|
agan con dinero fotocopiado a los vendedores de un goya falso”. Así reza el titular de una noticia que ha salido
publicada estos días. Semejante texto bien podría figurar en la portada de El Mundo Today, pero no es el caso: la
noticia de marras aparece en la sección de Cultura del muy serio diario El País. A uno personalmente, que no se
dedica a invertir en arte más que nada porque no tiene nada que invertir, poco
habría de importarle cómo se las ventilan los compradores y vendedores de
cuadros y cómo intentan estafarse mutuamente, pero no deja de llamarme la
atención que tanto los hermanos que intentaban colar el falso goya como el intermediario del supuesto jeque
que lo compró hayan resultado ser unos auténticos timadores. La noticia, qué
quieren que les diga, ilustra a la perfección el país en el que vivimos: un
lugar donde no sólo este tipo de noticias sino también las más serias, las del
mundo de la política, parecen las propias de un país de broma.
Es este, en efecto, un país
extraño en el que tradicionalmente a los que roban, sobre todo si roban mucho y
nos roban a todos, los convertimos poco menos que en héroes nacionales. Dicen
algunos que la corrupción es algo inherente a la cultura española y argumentan
que la existencia de la picaresca, ese género literario tan arraigado entre
nosotros, es buena prueba de la veracidad de su afirmación. Mas yo tengo para
mí que las argucias de los pobres para llevarse algo a la boca, que es lo que
se ensalza en la picaresca, poco tienen que ver con la desvergüenza con la que
las élites nos han ido sumiendo en la pobreza en los últimos años. Por lo
demás, la aceptación de la corrupción guarda mayor relación con la incultura
que con la cultura, pues las sociedades educadas, los pueblos ilustrados, no
aceptan de buen grado que se les robe sin más ni que les pisoteen sus derechos.
Y acaso sea esa una de las razones, el hecho de que los españoles de hoy son,
en general, mucho más cultos que los de antaño, por las que la corrupción ya no
se ve de la misma manera: hoy la corrupción ya no causa gracia, más bien al
contrario, genera indignación.
Es esa indignación ante la
corrupción la que, en buena medida, alimenta a Podemos, de ahí que el caso
Monedero haya generado tanta expectación, con la ayuda, claro está, de los grandes
medios de comunicación, siempre fieles a las élites, que pretenden hacernos
creer que los ERE de Andalucía o la trama Gürtel son comparables a la
declaración complementaria de Juan Carlos Monedero. Y, sin embargo, aun no siendo
comparable, es suficiente para sembrar la desconfianza. Pues el hecho de que
Monedero haya presentado una declaración complementaria y, consecuentemente,
haya tenido que desembolsar 200.000 euros sólo puede significar que en la
declaración original no había declarado todo lo que debía. Y así las cosas, por
más que al presentar voluntariamente la declaración complementaria sin que se
la haya reclamado Hacienda ya no haya delito ni fraude fiscal, Monedero debería
apartarse de Podemos, porque ha dejado de ser digno de confianza. Y si se
mantiene en su puesto, Podemos no se podrá presentar a sí misma como la
alternativa para que las noticias de política dejen de ser las propias de un
país de broma, como la de los timadores a la que aludíamos al comienzo de este
artículo.
Si este artículo es de su interés, aunque esté en desacuerdo, no deje de compartirlo con sus contactos. Ellos se lo agradecerán y yo también.
ResponderEliminar