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ace un par de semanas el físico teórico Stephen Hawking volvió a dar la
vuelta al mundo mediático con sus nuevas afirmaciones acerca de los agujeros
negros. Hasta ahora pensábamos (en realidad pensaban los científicos y los
demás asentíamos) que un agujero negro es un cuerpo con una masa de tal
magnitud que genera una gravedad tan brutal que atrae y atrapa sin remedio a
cualquier cuerpo, incluidas las partículas de la luz. Sin embargo, Hawking dice
ahora que, en realidad, los agujeros negros no son como creíamos, es decir,
como creían, sino que funcionan más bien como pasarelas de nuestro universo a
otros paralelos. Vamos, que si algo cae en un agujero negro no quedaría allí
atrapado sino que desaparecería y aparecería en un universo paralelo. ¡Ahí es
nada!
Desde
luego no seré yo quien contradiga al celebérrimo científico. Bueno, ni quien lo
contradiga ni quien le dé la razón, porque, qué quieren que les diga, mis
estudios de física no superaron el límite de lo que hace ya algunos años era segundo
de BUP y desde que pasé a tercero y la física dejó de ser asignatura
obligatoria no la volví a ver ni de lejos. Sin embargo, la nueva tesis de
Hawking me ha hecho pensar. Y es que si es posible que un objeto desaparezca de
nuestro universo y aparezca en otro paralelo, en buena lógica habría de ser
igualmente posible que en nuestro universo hubiese seres que en realidad no
fueran de aquí, sino que procedieran de uno de esos universos paralelos y tras
caer, o ser empujados, vayan ustedes a saber, en un agujero negro de ésos, aparecieran
en éste. De ser esto así se explicarían muchas cosas, como la existencia de
tipos que no parecen de este mundo. Seguro que ya tienen en mente a más de uno.
Concebir los agujeros
negros como pasarelas a universos paralelos tiene además otras aplicaciones
heurísticas. Serviría, por ejemplo, para hacer comprensible la continua
desaparición de ingentes cantidades de dinero público o para comprender cómo
funciona la tesorería del Partido Popular. El dinero, cómo no se nos había
ocurrido antes, desaparece al caer en un agujero negro y se halla en algún
universo paralelo de esos que hay por ahí. Universos paralelos como Suiza, Andorra
y demás paraísos fiscales en donde el dinero una vez que llega ya no puede
volver. Y es que Hawking dice que los agujeros negros sirven como pasarelas de
un universo a otro, pero señala también que lo que viaja a un universo paralelo
a través de un agujero negro ya no puede retornar. De ahí que las perras no vuelvan
nunca. Se trata, ¡ay!, de una cuestión física, aunque a muchos de nosotros nos
suene más bien a metafísica.
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