miércoles, 18 de abril de 2018

Exageraciones


H
ay una parte de la izquierda española que está indignada con el independentismo catalán. Se trata de sectores que sólo ven en el procés el movimiento insolidario de las élites y no pueden entender que en él participen voces de izquierdas que, a su juicio, habrían de ser antinacionalistas por definición. Esta posición me parece discutible, entre otras cosas porque en el seno del movimiento a favor de la independencia de Cataluña podemos encontrar desde la derecha nacionalista hasta independentistas de izquierdas no nacionalistas e incluso grupos de un marcado carácter libertario. La izquierda es plural y el independentismo también. Más justificada resulta, a mi modo de ver, la indignación que ha provocado en la izquierda española la comparación de la España actual, un Estado social y democrático de derecho, con la España franquista, un Estado fascista, por parte del independentismo catalán.
Se trata, qué duda cabe, de una exageración del independentismo que resulta ofensiva para las víctimas del franquismo. La democracia española tiene sus déficits y en otras ocasiones nos hemos referido a ellos en estas páginas, y sin duda habremos de seguir insistiendo en este asunto, pero no es comparable con un régimen dictatorial como el del general Franco. No hay sino que asomarse a las cunetas para comprobarlo. Mas si esto es así, entonces hemos de reconocer que acusar a los independentistas de golpistas, como hace parte de la izquierda española y seguramente la totalidad de la derecha no nacionalista, constituye otra exageración que no se sostiene. Y es que tan ofensivo es para las víctimas del franquismo establecer comparaciones entre la España de hoy y el régimen de Franco, como equiparar el referéndum y la DUI con el golpe de Estado perpetrado por Tejero o lo acaecido el 18 de julio del 36. De nuevo, las cunetas, los pozos y las simas ilustran la diferencia.
La última de las exageraciones injustificables a las que ha dado lugar el procés es la que consiste en comparar las acciones llevadas a cabo por los denominados Comités en Defensa de la República con los delitos perpetrados por ETA, que es lo que se hace cuando se acusa a los miembros de los CDR de terrorismo, como hizo la Fiscalía. Menos mal que el juez responsable del caso ha tenido el sentido común de rebajar la acusación de terrorismo a desorden público. Y es que equiparar estos desórdenes provocados por los CDR con los atentados terroristas es un disparate que habrá de resultar ofensivo para las víctimas de ETA o del 11-M. Una vez más, los tiros en la nuca, las bombas y los zulos marcan la diferencia. Todas estas exageraciones son comparaciones odiosas, pero las dos últimas son más graves pues, además de ser ofensivas, son peligrosas porque pueden traer consecuencias penales para las víctimas de la exageración que supondrían un ataque más a los derechos civiles y políticos en este país, algo que viene repitiéndose con demasiada frecuencia desde que el partido de los novios de la muerte está instalado en el Gobierno.

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