lunes, 8 de abril de 2013

El universo, ¡ay!, es infinito


E
l caso Bárcenas, los ERE de Andalucía, las aventuras de José Blanco en las gasolineras, el caso Nóos, la trama Gürtel, Feijóo, Camps, los Pujol… ¡Pero qué país es éste!, exclamábamos indignados. Y nuestra indignación se fue extendiendo a medida que veíamos cómo el desastre afectaba a otros países: Portugal, Grecia, Chipre, Francia… ¡Pero qué Europa es ésta!, espetamos entonces. Hasta que supimos por la prensa de la existencia de una red internacional dedicada a la evasión de capitales y constituida por 130.000 políticos y empresarios de 170 países que han evadido tantos millones de euros que suman el PIB de Estados Unidos y Japón juntos. ¡Pero qué mundo es éste!, volvimos a gritar. Y cuando ya pensábamos que no gritaríamos más, cuando creíamos agotada nuestra capacidad de asombro, nos enteramos de la trama de alienígenas corruptos (todo se andará)  y nos vimos obligados a exclamar: ¡pero qué universo es éste! ¡Y encima infinito, ay!

viernes, 5 de abril de 2013

La doble moral del ministro


S
i alguien pensaba que la indignación es patrimionio exclusivo de izquierdistas antisistema, se equivocaba. No hay sino que leer las indignadas declaraciones del ministro del Interior, el moderado Jorge Fernández Díaz, nada sospechoso de izquierdista aunque nos queda la duda de si es o no un antisistema. Depende de qué sistema estemos hablando. El caso es que hace un par de días mostraba su indignación porque Sortu había llamado al ex jefe de ETA fallecido recientemente en Francia, Xabier López Peña, Thierry, “preso político vasco”, cuando según el ministro era un vulgar terrorista. Y no le falta razón a Fernández Díaz, puesto que el tal Thierry no estaba encarcelado por sus ideas políticas sino por los crímenes cometidos. Lo que no se entiende es por qué el ministro no muestra la misma indignación ante las declaraciones de su subordinada, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, quien de la manera más escandalosa intentara el pasado 25 de marzo vincular a los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con grupos filoetarras. Es una muestra más de la doble moral del ministro.

jueves, 4 de abril de 2013

De la ficción a la realidad y vuelta


R
econozco que siempre me han gustado las películas de gangsters. Desde las antiguas en blanco y negro, hasta las más modernas, como las geniales Uno de los nuestros o Casino, donde Martin Scorsese muestra la violencia de las bandas mafiosas en toda su crudeza. Mas entre todas las películas del género, me quedo con la trilogía de El Padrino, a pesar de que -o acaso precisamente por ello- en estos filmes el magistral Francis Ford Coppola presenta a los despiadados mafiosos de tal manera que le hace sentir a uno empatía hacia ellos, hasta el punto de que los crímenes cometidos por la familia Corleone parecen menos inicuos que los perpetrados por las bandas rivales. La música, la atmósfera que rodea a los personajes y, en definitiva, la forma en la que se representa la inmensidad del poder de los capos supongo que es otro de los atractivos. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser el gran Michael Corleone a quien da vida de un modo soberbio Al Pacino?
            Mas si hoy traigo a colación este tema no es para hablar de lo que se ha dado en llamar la erótica del poder ni para explayarme sobre mis gustos cinematográficos, sino porque en esas películas Coppola no sólo nos sumerge más o menos románticamente en el universo de la mafia italoamericana, sino que también pone de relieve las conexiones entre ésta y otras esferas del poder, como la política, la empresarial o la religiosa. Y aunque Coppola no muestra nada que no se supiera antes, recuerdo que  cuando vi cada una de estas películas por primera vez, me imaginé que la realidad debía de ser similar, un complejo entramado de relaciones de poder donde no se sabía muy bien quién era quién: políticos, empresarios, clérigos, mafiosos… En un rápido viaje de la ficción a la realidad, los gangsters habían dejado de ser esos tipos con traje de rayas y típica pinta de gangsters de las viejas películas para esconderse tras la máscara del respetable hombre de negocios, la perenne sonrisa del servidor público o la sotana del siervo de Dios.
            Hace unos días, sin embargo, al observar las fotos publicadas por el periódico El País en las que aparece el actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, junto al narcotraficante Marcial Dorado en el yate de éste, me ocurrió justo lo contrario que al ver las películas de El Padrino. Allí estaban, hace casi 20 años, el político gallego, entonces alto cargo en el área de Sanidad, y el contrabandista, a la sazón dedicado al tráfico ilegal de tabaco, en meiba, gozando de un paseo en barco, bañándose en las aguas de la ría de Vigo, disfrutando de un insólito día soleado bajo el cielo de Galicia y rápidamente, casi sin darme cuenta, viajé de la realidad a la ficción, de la realidad del yate de Marcial Dorado a la ficción de las películas de Coppola.

martes, 2 de abril de 2013

Wert, la filosofía y la vida eterna


S
i algo debemos agradecer los profesores de filosofía al ministro Wert es haber conseguido poner de moda nuestra secular disciplina, aunque sea a fuer de maltratarla. Y es que nunca antes de la anunciada intención wertiana de cercenar la filosofía en los planes de estudio de ESO y Bachillerato, había tenido la filosofía tanta presencia en los medios de comunicación, donde últimamente proliferan artículos de destacados filósofos y autoridades de otros campos del saber en defensa de la filosofía, de la necesidad de que ésta siga formando parte de la enseñanza obligatoria y, lo que a mi juicio es más importante, reivindicando la importancia de filosofar, como actividad radical y crítica desde la que poner racionalmente en cuestión todo. Tanto revuelo se ha armado que parece que hasta en Estados Unidos se han hecho eco del malestar de la filosofía en España. Sólo así se entiende que, en lo que sin duda es un apoyo encubierto a la filosofía española, el filósofo John Martin Fisher de la Universidad de California cuente con la friolera cantidad de cuatro millones de euros -han leído bien, cuatro millones de euros- para dirigir un proyecto de investigación que tiene por objeto estudiar si puede existir la vida eterna. Como lo oyen, metafísica pura con apoyo contante y sonante. Y digo yo que si en el PP son tan aficionados a emular a los usamericanos, el ministro Wert ya podría tomar recortes y destinar algún dinerillo a fomentar la filosofía en las tierras patrias, comenzando por el necesario para que la filosofía se quede en los planes de estudios de secundaria al menos como está ahora y, por qué no, financiando algún que otro proyecto de investigación filosófica aunque no sea tan ambicioso.

lunes, 1 de abril de 2013

A vueltas con la moderación salarial


E
l presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell, evoca cada día más a su predecesor, el inefable Gerardo Díaz Ferrán, quien, no nos cansaremos de recordarlo, mientras se dedicaba a hundir empresas y a llevarse a Suiza millones de euros que no eran suyos, insistía en que para salir de la crisis es necesario que los trabajadores curren más y cobren menos. Y es que Rosell no desperdicia la ocasión de emular a Díaz Ferrán, y cuando no aboga por ligar los salarios a la productividad, apuesta por la tristemente célebre moderación salarial, otra de las recetas mágicas del neoliberalismo para superar la crisis y frenar la destrucción del empleo. Y esto lo dice justo en un momento en que salen a la luz diversos informes que revelan que en España el incremento de la pobreza es doble: no sólo aumenta el número de pobres sino que éstos son cada vez más pobres, mientras los ricos son cada vez más ricos, por supuesto. Para colmo, tal incremento de las desigualdades no es achacable únicamente al paro, pues también hay empleados que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, es decir, personas que trabajan, pero cobran tan poco que, literalmente, no salen de pobres. Así que en lugar de repetir el mantra de la moderación salarial, mejor haría Rosell en abogar por la igualación salarial -de la distribución igualitaria de la riqueza, sin más, hablamos otro día-, que ya está bien de que mientras unos tienen sueldos millonarios otros no lleguen ni a mileuristas.