martes, 7 de mayo de 2013

Los consejos de Blahnik


M
anolo Blahnik estuvo en La Palma, su isla natal, en la escuela de arte que lleva su nombre. El creador de los célebres manolos charló con los estudiantes y, según recoge el periódico La Provincia / DLP,  les invitó a largarse si no les gusta lo que hacen porque, dice el famoso diseñador de zapatos, uno debe amar lo que hace. Y no le falta razón al ¿artista?, pues ciertamente la cuestión vocacional ha de ser determinante a la hora de elegir qué estudiar. Sin embargo, lamentablemente, una cosa es lo que uno estudia y otra lo que uno hace para ganarse la vida. Y por más que se insista en que el trabajo es un medio para la realización personal, lo cierto es que esto sólo es así en contadas ocasiones, pues las más de las veces el trabajo representa para el individuo una imposición que limita su libertad y su felicidad. ¿Cómo entender si no que la mayor parte de los trabajadores se indignen ante el retraso de la edad de jubilación? Quiere ello decir que el consejo de Blahnik es un privilegio que casi nadie se puede permitir en el mundo real que es bien distinto al que habitan los manolos.

lunes, 6 de mayo de 2013

Suicidio colectivo


L
a crisis nos ha vuelto a todos un poco desmemoriados. Tanta tragedia, pues la crisis económica, real o no, hace ya tiempo que derivó en una hiperreal crisis social, ha hecho que nos olvidemos de otra crisis que si no tan urgente es, al menos, igual de importante y que, de verdad, nos afecta a todos: la crisis ecológica. Y es que nuestra irracional forma de organizar la economía (nuestra de ellos, se entiende) nos obliga a crecer y consumir cada vez más, lo que conduce a un deterioro acelerado del planeta y, a la larga, a la muerte de todos. La solución, cualquiera que sea, pasa claramente por consumir menos, pero ello, lo sabemos de sobra, ay, trae como efectos inmediatos la crisis económica y su consecuente crisis social. Ahora, con el pretexto de la crisis, ya nadie repara en el medio ambiente porque, dicen los mandamases, lo primero es lo primero y hay que incentivar la economía y crear empleo, aunque ello constituya una suerte de suicidio colectivo.

sábado, 4 de mayo de 2013

La barbarie y 385.600 razones más


T
ras el anuncio por parte de los sindicatos de la posibilidad de convocar una huelga general en las Islas, las reacciones del Gobierno de Canarias, integrado por CC y PSOE, y del principal partido de la oposición, el PP, no se han hecho esperar. Dice Martín Marrero, otrora el reportero más dicharachero de la ultraperiferia y hoy portavoz del gobierno que preside Paulino Rivero, que aunque el ejecutivo respeta la huelga general, sólo faltaba que no lo hiciera, no tiene sentido porque el paro es algo generalizado en España y su incremento se debe, sobre todo, a la reforma laboral. Y desde luego es cierto que la reforma laboral no ha servido, que se sepa, sino para destruir empleo, por más que la ministra Fátima Báñez se empeñe en decir lo contrario, pero ello no es óbice para reconocer que el problema en las Islas es singular y exige una respuesta singular. Y es que mientras en España la tasa de paro es del 27,16 por ciento, en Canarias alcanza al 34,27 por ciento. ¡Más de un tercio de la población activa del Archipiélago está sin trabajo!
            Por su parte, el secretario general del PP en las Islas, Asier Antona, también se ha mostrado en desacuerdo con la huelga general porque, dice, no sólo no ayudaría a la economía ni a la sociedad, sino que, si llega a convocarse, generará un gran daño a  empresas y a trabajadores, así como a la propia economía. Y en parte tiene razón, porque los trabajadores serán, como siempre, los primeros perjudicados, pues tendrán que sufrir el injusto descuento en sus nóminas, además de, en ocasiones, toda clase de amenazas y coacciones por parte de los patronos. Las empresas, en cambio, a lo mejor hasta lo agradecen, porque si el trabajo sale adelante, y generalmente sale, los descuentos a sus empleados supondrán un ahorro nada despreciable. Por lo demás, tengo para mí que Antona no le hace muchos ascos a una huelga en las Islas que deteriore un poco más al Gobierno, aunque por razones ideológicas y por mantener una mínima coherencia, se vea obligado a decir lo contrario.
            Sea como fuere y digan lo que digan el Gobierno y la oposición, lo cierto es que el problema del paro en Canarias es específico y no se explica sólo por la crisis. Prueba de ello es que la principal actividad económica de las Islas, el turismo, a pesar de su buena marcha, no impide que el número de parados siga aumentando y que ya sean 385.600 las personas a las que se imposibilita trabajar para ganarse la vida. En el año 2011 llegaron a Canarias 12 millones de turistas, lo que supuso un récord histórico; y en 2012, aunque no fue tan espectacularmente bueno, arribaron al Archipiélago más de 10 millones de viajeros. Por si el problema del paro fuera poco, crece el número de personas que, aun estando empleadas, se hallan por debajo del umbral de la pobreza. Y es que en Canarias, según datos de la Agencia Tributaria de 2011, sólo el 0,2 por ciento de la población acapara el 80 por ciento de la riqueza. Esta barbarie y 385.600 razones de peso más justifican sobradamente una huelga general.

viernes, 3 de mayo de 2013

Al piñazo limpio no


E
n alguna otra ocasión me he referido a que los españoles no son quienes para dar lecciones de democracia a los venezolanos. Tampoco ahora que Maduro ganó las elecciones con un escaso margen. Sin embargo, por más que los seguidores de Capriles hayan mostrado su falta de talante democrático al no reconocer los resultados electorales que reconoce todo el mundo menos ellos y el Gran Hermano del Norte y hayan tenido la desfachatez de presentarse en la Asamblea, nada de eso puede justificar que los parlamentarios del partido del Gobierno la emprendieran a golpes contra los de la oposición. Y es que al piñazo limpio no hay revolución ni democracia alguna que resista la crítica. 

jueves, 2 de mayo de 2013

Razones (pragmáticas) para la esperanza


A
 los 100 días de iniciar su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha vuelto a sacar a la palestra el tema de Guantánamo. Asegura el presidente que sigue creyendo que hay que cerrar la controvertida prisión y que si no lo ha hecho antes es porque el Congreso no se lo ha permitido. Acaso los más escépticos se pregunten por qué habrían de creer en las buenas intenciones de Obama si en los cuatro años anteriores no cumplió su promesa. Y aunque no les falte razón a quienes así piensen, lo cierto es que ahora hay más motivos para la esperanza. Y es que las razones aducidas por el presidente no son morales sino pragmáticas, pues, a su juicio, Guantánamo es caro e ineficaz, daña la imagen exterior de Estados Unidos y reduce la cooperación internacional con sus aliados en la lucha antiterrorista. Todo lo cual, ¡ay!, resulta mucho más convincente que apelar a la obligación moral de respetar los derechos humanos. Así que esta vez, aunque sea por puro interés, es posible que el Congreso ceda a las pretensiones de Obama y se ponga fin a la barbarie de Guantánamo.