ras el anuncio por parte de los sindicatos de la posibilidad de convocar
una huelga general en las Islas, las reacciones del Gobierno de Canarias,
integrado por CC y PSOE, y del principal partido de la oposición, el PP, no se
han hecho esperar. Dice Martín Marrero, otrora el reportero más dicharachero de
la ultraperiferia y hoy portavoz del gobierno que preside Paulino Rivero, que
aunque el ejecutivo respeta la huelga general, sólo faltaba que no lo hiciera,
no tiene sentido porque el paro es algo generalizado en España y su incremento
se debe, sobre todo, a la reforma laboral. Y desde luego es cierto que la
reforma laboral no ha servido, que se sepa, sino para destruir empleo, por más
que la ministra Fátima Báñez se empeñe en decir lo contrario, pero ello no es
óbice para reconocer que el problema en las Islas es singular y exige una
respuesta singular. Y es que mientras en España la tasa de paro es del 27,16
por ciento, en Canarias alcanza al 34,27 por ciento. ¡Más de un tercio de la
población activa del Archipiélago está sin trabajo!
Por su parte, el
secretario general del PP en las Islas, Asier Antona, también se ha mostrado en
desacuerdo con la huelga general porque, dice, no sólo no ayudaría a la
economía ni a la sociedad, sino que, si llega a convocarse, generará un gran
daño a empresas y a trabajadores, así
como a la propia economía. Y en parte tiene razón, porque los trabajadores
serán, como siempre, los primeros perjudicados, pues tendrán que sufrir el
injusto descuento en sus nóminas, además de, en ocasiones, toda clase de
amenazas y coacciones por parte de los patronos. Las empresas, en cambio, a lo
mejor hasta lo agradecen, porque si el trabajo sale adelante, y generalmente
sale, los descuentos a sus empleados supondrán un ahorro nada despreciable. Por
lo demás, tengo para mí que Antona no le hace muchos ascos a una huelga en las
Islas que deteriore un poco más al Gobierno, aunque por razones ideológicas y
por mantener una mínima coherencia, se vea obligado a decir lo contrario.
Sea como fuere y digan lo
que digan el Gobierno y la oposición, lo cierto es que el problema del paro en
Canarias es específico y no se explica sólo por la crisis. Prueba de ello es
que la principal actividad económica de las Islas, el turismo, a pesar de su
buena marcha, no impide que el número de parados siga aumentando y que ya sean
385.600 las personas a las que se imposibilita trabajar para ganarse la vida.
En el año 2011 llegaron a Canarias 12 millones de turistas, lo que supuso un
récord histórico; y en 2012, aunque no fue tan espectacularmente bueno,
arribaron al Archipiélago más de 10 millones de viajeros. Por si el problema
del paro fuera poco, crece el número de personas que, aun estando empleadas, se
hallan por debajo del umbral de la pobreza. Y es que en Canarias, según datos
de la Agencia Tributaria de 2011, sólo el 0,2 por ciento de la población
acapara el 80 por ciento de la riqueza. Esta barbarie y 385.600 razones de peso
más justifican sobradamente una huelga general.