viernes, 13 de septiembre de 2013

La corrupción y la lentitud de la Justicia

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ice Silverio Matos, en una entrevista publicada hoy en La Provincia, que la culpa de que parezca que todo el mundo es corrupto la tiene la Justicia, que es muy lenta. Y no le falta razón al todavía alcalde de Santa Lucía –dejará de serlo esta tarde, cuando se haga efectiva su dimisión– en lo que se refiere a la lentitud de la Justicia. Claro que cuando Matos habla de todo el mundo, se refiere a todos los políticos, y hombre, ciertamente los ha habido que han sido denunciados y que sólo al cabo de muchos años, precisamente por la lentitud de marras, ha quedado probada su inocencia; pero también los hay, y muchos, que aprovechan esa lentitud para salir de rositas en los casos más escandalosos. Por lo demás, a nadie se le escapa, y a un veterano político como Matos tampoco, que el responsable del funcionamiento de la Justicia, el Ministerio Fiscal, en última instancia depende del Gobierno. Y que se sepa, ningún partido que haya gobernado ha hecho nada para que la Justicia sea más ágil y los casos de corrupción se resuelvan más rápidamente. Sus razones tendrán.

La fundamentación de la moral y la ética del respeto igualitario en el pensamiento de Ernst Tugendhat

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ugendhat señala que la única forma de fundamentar racionalmente la moral consiste en que el individuo pueda ofrecer, tanto a los demás como a sí mismo, buenas razones para observar las normas morales, mientras que la fundamentación de las normas por sí mismas carece de sentido. Tugendhat considera que las normas morales están fundamentadas si son igualmente buenas para todos, pero reconoce que esta concepción moral debería ser asimismo fundamentada. Este segundo nivel de fundamentación lo afronta Tugendhat a través de su discusión con Habermas. Leer el artículo completo.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cataluña y las dos Españas

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xiste todavía una España reaccionaria y arrogante que se pasea por el mundo como si aún existiera aquel temible imperio donde nunca se ponía el sol. Es la España del “ y tú por qué no te callas” espetado por el rey a Hugo Chávez, a la sazón presidente electo de Venezuela, o la que se expresaba por la boca del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando éste señalara que gracias a su presión los europeos habían tenido que concedernos lo que él denominó eufemísticamente línea de crédito y no rescate, o, sin ir más lejos, la que se apresuró a celebrar antes de tiempo la elección de Madrid como sede de los Juegos de 2020 y no tardó en tachar de corruptos a los miembros del Comité Olímpico Internacional por haber elegido a Tokio. Se trata de una España intolerante que se cree la guardiana de la pureza de la esencia patria, una España que muchos creían moribunda y que sin embargo ahí está, con una salud (y mano) de hierro, la misma que hace oídos sordos a la gran masa social que ayer se manifestó en Cataluña y prefiere escuchar a esa “mayoría silenciosa”. Pero existe también otra España, plural, moderna y verdaderamente demócrata, que esperemos que pueda erigirse en interlocutora de los catalanes, independentistas o no, para que impere el sentido común, el diálogo racional y el respeto a la voluntad de los ciudadanos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La realidad sigue ahí

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l verano, precisamente por ser el período del año vacacional por antonomasia, suele ser un tiempo de desconexión. En mi caso, me lo tomo tan a pecho que apenas si leo algún periódico o escucho las noticias por la radio, que suelen ser los medios por los que habitualmente me entero de cómo va el mundo, ya que la televisión, aparte de que en mi casa está secuestrada por los demás miembros de mi familia, la uso más bien para entretenerme. Tal es mi distanciamiento de los medios de comunicación en los meses estivales que me vine a enterar de que Madrid se jugaba frente a Tokio y Estambul la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 el mismo día en que se llevó el batacazo. Batacazo que, por cierto, no es que celebre, pero tampoco lamento en demasía.
            Y es que uno puede tener cierta sensibilidad hacia todos aquellos españoles ilusionados por ver al fin a la capital del reino convertida en sede olímpica, pero, qué quieren que les diga, tengo para mí que la sugerencia de Nawal El Moutawakel, atleta marroquí y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), de que España invierta sus recursos económicos en materias más importantes parece del todo acertada. Porque no es de recibo que el Gobierno se dedique a recortar en derechos sociales con el pretexto de la crisis y que encima tengamos que escuchar al ministro de Economía, Luis de Guindos, decir que por supuesto que hay dinero para sufragar las Olimpiadas. ¿De modo que el Estado no dispone de recursos para pagar a profesores, médicos y demás profesionales de la Sanidad y la Educación, y resulta que sí puede asumir el coste del caprichito olímpico de Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Botella y demás miembros del PP?

            Mi desconexión estival de la actualidad, como habrán inferido, ha llegado a su fin porque aunque en términos estacionales aún estamos en verano, éste finaliza para mí justo cuando acontece la vuelta al cole, por más que sea entonces cuando la panza de burro decida retirarse del cielo de Las Palmas y dejar paso al típico sol de septiembre, el mes de las calmas y del tórrido inicio del curso. Un curso que este año se presume más complicado aún que el anterior, con más recortes y la amenazante ley Wert en ciernes, tal como reflejan las páginas de los periódicos que vuelvo a leer y las noticias que vuelvo a escuchar. Y es que el mundo no ha parado en verano y la crisis sigue ahí, y las angustias de los parados, y el miedo de muchas mujeres, y la gente que se marcha, y la corrupción que no cesa, y la guerra en Siria, más amenazante aún, y, en suma, la realidad, que, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí.

martes, 10 de septiembre de 2013

El peligroso viaje de Maduro

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n alguna ocasión he señalado que el genuino Leitmotiv de la democracia no es otro que el de garantizar la efectiva observación de los derechos humanos. De ahí que insista en que la democracia, además de procedimental, haya de ser también sustantiva. Esa convicción me ha llevado a afirmar, más de una vez, que haríamos bien en no dar lecciones de democracia a Venezuela, toda vez que no sólo los procesos electorales de los últimos años han cumplido con los requisitos formales exigibles a cualquier procedimiento democrático, sino que, además, la revolución bolivariana consiguió reducir la pobreza en un 50 por ciento en los años en los que gobernó Hugo Chávez, tal como reconoce la propia ONU, lo cual constituye un logro democrático indiscutible. Sin embargo, el actual presidente, Nicolás Maduro, siguiendo la senda abierta por su mentor, ha emprendido un peligroso viaje al hacer que Venezuela abandone la Corte Interamericana de Derechos Humanos.