miércoles, 11 de septiembre de 2013

La realidad sigue ahí

E
l verano, precisamente por ser el período del año vacacional por antonomasia, suele ser un tiempo de desconexión. En mi caso, me lo tomo tan a pecho que apenas si leo algún periódico o escucho las noticias por la radio, que suelen ser los medios por los que habitualmente me entero de cómo va el mundo, ya que la televisión, aparte de que en mi casa está secuestrada por los demás miembros de mi familia, la uso más bien para entretenerme. Tal es mi distanciamiento de los medios de comunicación en los meses estivales que me vine a enterar de que Madrid se jugaba frente a Tokio y Estambul la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 el mismo día en que se llevó el batacazo. Batacazo que, por cierto, no es que celebre, pero tampoco lamento en demasía.
            Y es que uno puede tener cierta sensibilidad hacia todos aquellos españoles ilusionados por ver al fin a la capital del reino convertida en sede olímpica, pero, qué quieren que les diga, tengo para mí que la sugerencia de Nawal El Moutawakel, atleta marroquí y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), de que España invierta sus recursos económicos en materias más importantes parece del todo acertada. Porque no es de recibo que el Gobierno se dedique a recortar en derechos sociales con el pretexto de la crisis y que encima tengamos que escuchar al ministro de Economía, Luis de Guindos, decir que por supuesto que hay dinero para sufragar las Olimpiadas. ¿De modo que el Estado no dispone de recursos para pagar a profesores, médicos y demás profesionales de la Sanidad y la Educación, y resulta que sí puede asumir el coste del caprichito olímpico de Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Botella y demás miembros del PP?

            Mi desconexión estival de la actualidad, como habrán inferido, ha llegado a su fin porque aunque en términos estacionales aún estamos en verano, éste finaliza para mí justo cuando acontece la vuelta al cole, por más que sea entonces cuando la panza de burro decida retirarse del cielo de Las Palmas y dejar paso al típico sol de septiembre, el mes de las calmas y del tórrido inicio del curso. Un curso que este año se presume más complicado aún que el anterior, con más recortes y la amenazante ley Wert en ciernes, tal como reflejan las páginas de los periódicos que vuelvo a leer y las noticias que vuelvo a escuchar. Y es que el mundo no ha parado en verano y la crisis sigue ahí, y las angustias de los parados, y el miedo de muchas mujeres, y la gente que se marcha, y la corrupción que no cesa, y la guerra en Siria, más amenazante aún, y, en suma, la realidad, que, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí.

martes, 10 de septiembre de 2013

El peligroso viaje de Maduro

E

n alguna ocasión he señalado que el genuino Leitmotiv de la democracia no es otro que el de garantizar la efectiva observación de los derechos humanos. De ahí que insista en que la democracia, además de procedimental, haya de ser también sustantiva. Esa convicción me ha llevado a afirmar, más de una vez, que haríamos bien en no dar lecciones de democracia a Venezuela, toda vez que no sólo los procesos electorales de los últimos años han cumplido con los requisitos formales exigibles a cualquier procedimiento democrático, sino que, además, la revolución bolivariana consiguió reducir la pobreza en un 50 por ciento en los años en los que gobernó Hugo Chávez, tal como reconoce la propia ONU, lo cual constituye un logro democrático indiscutible. Sin embargo, el actual presidente, Nicolás Maduro, siguiendo la senda abierta por su mentor, ha emprendido un peligroso viaje al hacer que Venezuela abandone la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

miércoles, 12 de junio de 2013

La tentación del Jardín

D
esde que empezara la crisis, allá por el año 2007, la situación no ha hecho sino empeorar. Más allá de los brotes verdes del gobierno de ZP, o de las razones que Mariano Rajoy encuentra para la esperanza y la reafirmación de la política económica del gobierno que preside, lo cierto es que, aun con 100.000 desempleados menos en el mes de mayo, los datos siguen siendo desoladores: 4.890.928 parados registrados, 6.202.700, según la última Encuesta de Población Activa, ya veremos qué dice la próxima; incremento de la desigualdad y de la pobreza, que alcanza ya no sólo a los desempleados sino también a personas que sí tienen trabajo; miles de desahuciados; instituciones benéficas desbordadas; comedores escolares que en realidad son comedores sociales; deterioro palpable de la sanidad y de la educación… Todos estos datos, y aún más, aliñados encima con los casos de corrupción que nos llegan un día sí y otro también, resultan imposibles de digerir sin que, como mínimo, vayan generando en la población un desánimo cada vez mayor y más generalizado.
            Tras la indignación inicial el pesimismo nos ha invadido y lo peor de todo es que sabemos que no se trata de un estado de ánimo subjetivo, sino que hay razones objetivas para la pesadumbre, pues todo apunta a que la situación seguirá empeorando. La vida se ha vuelto tan horrible que muchos han optado por marcharse, en busca de un lugar donde se les ofrezcan las oportunidades que en su tierra no tienen. Ya ven, España, y Canarias, que hasta el otro día despreciaban a los inmigrantes con las ínfulas propias de los nuevos ricos, hoy vuelven a ser lo que siempre fueron: tierra de miseria y mezquindad, de hambre y de explotación, de emigrantes que han de buscar fuera el pan que aquí se les niega. Y no se van sólo los jóvenes universitarios, también se están marchando personas de más de 40 años, que de la noche a la mañana se han visto sin trabajo y sin posibilidad de conseguirlo.

            Los que aún seguimos aquí, resistiendo, alguna vez hemos pensado también en mandarnos a mudar. Si no al extranjero, posibilidad nunca descartada por completo, al menos hemos sentido el deseo de romper con todo, de apearnos de esta sociedad putrefacta, de tirarnos al monte y llevar una vida de retiro, alejada de la podredumbre. En cierto modo eso es lo que hizo Epicuro de Samos, en el siglo IV antes de Cristo, cuando fundó en las afueras de Atenas una escuela que sería conocida como el Jardín, donde promovía una vida apartada de la vida pública, pues la política es, a juicio de Epicuro, una actividad innatural y perturbadora. Mas aunque alguna vez hayamos sentido la tentación del Jardín, lo cierto es que nosotros, ay, no tenemos un jardín al que retirarnos, así que no nos queda otra que seguir aquí, en la polis, y procurar que el pesimismo retorne a indignación, y que ésta nos dé la energía suficiente para seguir luchando contra la injusticia, siquiera sea con la fuerza de la palabra, que en definitiva es en lo que consiste la lucha por la vida. 

martes, 4 de junio de 2013

El 'agua de mayo' no llega a Canarias

L

a ministra de Empleo, Fátima Báñez, anda contenta porque el paro descendió en España en casi 100.000 personas en el mes de mayo. Además, el descenso no se debe sólo a la salida del mercado laboral de los parados de larga duración ni a la marcha de extranjeros y trabajadores españoles fuera del país, porque también creció considerablemente el número de afiliaciones a la Seguridad Social. Así que, aunque mayo sea tradicionalmente un buen mes para el empleo, tiene motivos la ministra para alegrarse. Y nos alegraríamos nosotros también, igual que los españoles del resto de las comunidades autónomas, si no fuera porque Canarias, ay, es la única autonomía donde el paro creció el mes pasado. Y es que en estas ultraperiféricas islas que algún ingenuo llamó afortunadas no se genera empleo ni ahora que se ha batido un récord histórico. En fin, agua de mayo para toda España menos para Canarias, donde la sequía de trabajo no afloja y ya son muchos meses apretando.

lunes, 3 de junio de 2013

Sin pegar ojo

Presumiendo de dedicatoria.
Q

uienes me conocen saben que soy de siesta. Pero de siesta de verdad, nada de quedarse medio traspuesto después de comer en el sofá viendo la tele. Yo cada día, si nada lo impide, tras el almuerzo y el preceptivo vaso de vino, generalmente tinto, me acuesto en la cama, cojo mi librito y en un par de páginas me quedo frito. Sin embargo, hoy no me he podido echar la siesta. Y no porque no haya tenido tiempo; de hecho, en cuanto he terminado de almorzar me he ido a mi cuarto y me he acostado, pero no he podido dormir. La culpa la tiene La estrategia del pequinés que me tiene enganchado y no me ha dejado pegar ojo. Una genialidad de mi viejo amigo Alexis Ravelo que ayer adquirí en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y que, sin ánimo de erigirme en crítico literario, y aunque por suerte aún me quede medio libro por leer, recomiendo a todo el mundo.