l gran Francisco Ibáñez llevó a cabo la mejor parodia conocida de la
central de inteligencia de Estados Unidos cuando creó la T.I.A., la
esperpéntica agencia en la que prestan sus servicios los celebérrimos Mortadelo
y Filemón. En el mundo real, que es en el que creemos vivir, los agentes de la
C.I.A. han tenido que vérselas, al menos mientras duró la guerra fría, con sus homólogos
soviéticos del K.G.B., mientras que en el universo imaginario de Ibáñez, los
más acérrimos enemigos de los agentes de la T.I.A no son otros que los de la
agencia rival: la A.B.U.E.L.A. Ibáñez se adelantó a su tiempo al no parodiar al
K.G.B., pues en cierto sentido vislumbró antes que nadie que rusos y
estadounidenses acabarían formando parte del mismo bando. Mas para que el
K.G.B. no se quedara sin su álter, el bueno de Luis Bárcenas, suponemos que por
puro romanticismo, se encargó de parodiar a la agencia soviética al fundar en
el PP la K.JA.B. Y lo hizo al más puro estilo de las agencias de espionaje, es
decir, de la manera menos transparente posible.
En el PP parecen haberle cogido el gusto a las
parodias. Muestra de ello son las declaraciones de su presidente, también
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien, en un nuevo alarde de opacidad,
hizo de sí mismo la parodia de Kant, al afirmar que ha incumplido sus promesas,
pero ha cumplido con su deber. En efecto, Kant afirmaba que lo constitutivo de
la moral es el deber, de ahí que, en su opinión, sólo actúa moralmente quien lo
hace por deber, pues ni siquiera es suficiente
actuar conforme al deber para cumplir
con la obligación moral. Y el principal deber de todo ser humano es, para Kant,
tratar siempre a la humanidad como un fin, y nunca sólo como un medio, pues a
su juicio, y también al nuestro, los seres humanos son fines en sí mismos, es
decir, son seres que dotados como están de razón tienen autonomía y por tanto
dignidad. Y el recto Mariano, más kantiano que nadie, dice haber incumplido sus
promesas para así cumplir con su deber. Lo que no dice es por qué el cumplimiento
del deber le ha exigido incumplir sus promesas, como tampoco explica cómo casa
el cumplimiento de su deber con el continuo ataque del Gobierno a la dignidad
de las personas, las cuales más que fines en sí resultan meros medios para los
fines de la clase politicapitalista.
Mas la mayor de las
parodias llevadas a cabo esta semana por la farándula política ha tenido lugar
en el Congreso de los Diputados, auténtica parodia de un parlamento
democrático. Y es que si en ese lugar es donde se supone que está representada
la soberanía nacional, la cual reside en el pueblo español según la
Constitución, no se entiende cómo es posible que allí haya tenido lugar una
comparecencia a puerta cerrada. Menos aún cuando el compareciente de turno no
es otro que el mismísimo Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo.
¿Dónde quedan los derechos fundamentales a la información y a la libertad de
expresión, pilares de cualquier sistema digno de ser tenido por democrático?