martes, 24 de septiembre de 2013

A vueltas con el Estado de bienestar

E
l penúltimo capítulo de la historia del desmantelamiento del Estado de bienestar lo escribió la semana pasada el Gobierno de Holanda, cuando anunció que tal modelo de sociedad ha tocado a su fin y que será sustituido por lo que ha dado en llamar “sociedad participativa”. Lo hizo mediante el discurso de la Corona, protagonizado por primera vez por el nuevo rey Guillermo-Alejandro, con el que tradicionalmente se abre en el país de los tulipanes el curso parlamentario y sirve para que el gobierno de turno exprese a sus ciudadanos cuáles serán las directrices políticas que marcarán el año. Mas sucede que el gobierno de turno dice ser socialdemócrata, por lo que resulta cuando menos paradójico que sea el encargado de desmantelar el Estado de bienestar, emblema de la socialdemocracia europea. Como paradójico es también que denominen sociedad participativa a aquella en la que, dice el Gobierno holandés, cada ciudadano deberá responsabilizarse de sí mismo y de los que le rodean, lo cual, en la práctica, viene a significar que cada uno se busque la vida por su cuenta, lo que implica de suyo que la sociedad se volverá menos participativa al menos para los sectores más vulnerables de la población. 
            El Estado de bienestar, sin ser la panacea, ha sido el mayor logro de la modernidad en lo que a la implantación de una mínima justicia social se refiere. Pues si bien es cierto que no se propone erradicar las grandes desigualdades entre las clases sociales, que es hacia donde debería orientarse una sociedad digna de llamarse justa, al menos garantiza unas mínimas condiciones materiales de existencia a todos los ciudadanos y el acceso universal a los servicios básicos como la sanidad y la educación. Se trata de un modelo de sociedad construido en Europa sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial mediante el pacto entre liberales y socialistas: los primeros reconocían los derechos sociales, mientras que los segundos renunciaban a la construcción de la sociedad sin clases.

            Es este modelo, que insisto en que es un sistema de mínimos de justicia, el que dicen sus enemigos que es insostenible. El viejo pacto social se ha roto porque los partidarios del neoliberalismo ya no creen en la idoneidad del Estado de bienestar. En realidad nunca han creído en el modelo, pero mientras existió la Unión Soviética, por la que, dicho sea de paso, no siento ninguna nostalgia, se vieron forzados a realizar algunas concesiones ante la posibilidad real de que amplios sectores de la población europea, si no se atendían sus demandas sociales, abrazaran el comunismo. Mas con la caída del Muro de Berlín, los temores del neoliberalismo se diluyeron, y se abrió la veda al acoso y derribo de la Europa social, protagonizada políticamente por los partidos conservadores, pero con la connivencia y, en ocasiones, el concurso activo de los que dicen ser partidos de izquierdas. El anuncio del Gobierno holandés, ya lo decíamos al comienzo de este artículo, es sólo el penúltimo capítulo de esta historia; el último lo está escribiendo Angela Merkel. De sus políticas y de su funesto a la vez que celebrado triunfo electoral hablamos otro día.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los derechos sociales en el sistema educativo

E

l diario El País publica hoy un artículo de Encarna Carmona, profesora titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Alcalá, titulado “El tiempo de los derechos sociales”, en el que la autora viene a decir que los denominados derechos positivos o derechos de la segunda generación, los derechos económicos, sociales y culturales, son también derechos humanos de primer orden y han de ser atendidos por el Estado del mismo modo en que lo son los derechos de la primera generación, es decir, los derechos civiles y políticos. Esto que con tanto acierto recuerda Carmona forma parte de los contenidos que hasta hoy han venido impartiéndose en la asignatura de Ética ‒Educación Ético-Cívica desde hace un par de años‒ , obligatoria en 4º de ESO. No es de extrañar pues que los mandamases de este país le hayan ordenado al ministro de Educación, José Ignacio Wert, que suprima la asignatura de marras, que luego salen del instituto egresados a los que se les sube la ciudadanía a la cabeza y pretenden, con la que está cayendo, la realización efectiva de dichos derechos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Wert, la filosofía y la paz en los bares

U
n viejo amigo, Alexis Suárez, publicó esta mañana en mi biografía de Facebook el enlace de una noticia aparecida en el diario Público (luego he sabido que también otros medios de comunicación se han hecho eco de la misma), en la que se informaba de que una discusión sobre Kant en un bar de Rusia terminaba a tiros. Bueno, en realidad, uno de los que discutían, que fue detenido, le disparó al otro con una pistola de balas de goma, pero el que recibió el tiro terminó en el hospital, aunque, según señala el diario, su vida no corre peligro. El caso es que, por más que no se me esconde que en determinados sectores de la población la filosofía es capaz de levantar pasiones, el suceso de marras me ha dejado asombrado. Y puesto que, ya lo decía Aristóteles, el asombro es la raíz del pensamiento, el hecho de que una discusión sobre Kant haya terminado de ese modo me ha dado que pensar.
            En Canarias, como en el resto de España, la situación de la filosofía es bien diferente. Es cierto que en ocasiones podemos asistir a, o participar en, discusiones acaloradas sobre temas de filosofía, pero, no nos engañemos, a las actividades filosóficas no suele acudir mucha gente, ni siquiera la del gremio, y si a una conferencia asisten treinta personas, por más que el ponente de turno sea un filósofo de prestigio, ésta se puede considerar todo un éxito, aunque en ocasiones puntuales el público sea mucho más numeroso. Y si la filosofía no genera gran expectación en estos momentos, peor va a ser la situación si, finalmente, prospera la ley Wert y se reduce drásticamente el número de horas dedicadas a esta secular disciplina en ESO y Bachillerato.

            Hasta ahora pensaba yo que el ataque a la filosofía pergeñado por el ministro de Educación tenía como objetivo impedir que los jóvenes españoles tuvieran, además de una buena instrucción técnica, una sólida formación filosófica que les permitiera en el futuro ser sujetos autónomos, ciudadanos con criterio propio. Sin embargo, tras leer la noticia con la que comenzaba este artículo, lo veo más claro. Y es que, si tal como recoge el diario Público, los rusos son aficionados a discutir sobre filosofía, a veces mientras se toman unas cuantas copas, aunque, eso sí, no sea habitual que las discusiones lleguen a esos extremos, entonces no podemos sino pensar que el nunca bien ponderado José Ignacio Wert y sus compañeros del PP sólo quieren evitar que esta insana costumbre arraigue entre los españoles, para lo cual nada mejor que sacar a la filosofía de los institutos y garantizar así la paz en los bares. O al menos que las discusiones sean motivadas por asuntos más serios, como el fútbol o los propios del programa Sálvame.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Los tiburones de Canarias

H

ace un par de semanas, la prensa se hacía eco de un hallazgo científico relacionado con Canarias: el megalodón, el mayor depredador marino que haya existido, vivió en aguas del Archipiélago, tal como demuestra el descubrimiento en La Graciosa de restos fósiles de este enorme tiburón extinguido hace dos millones de años que da pavor sólo de imaginarlo. En la actualidad, existen en las Islas diversas especies de tiburones a las que no debemos temer, pues no sólo son esenciales para el sostenimiento del ecosistema marino, sino que son, al decir de los expertos, económicamente beneficiosas, ya que constituyen un importante reclamo para el turismo de buceo. A los que sí debemos temer, en cambio, es a los de esa otra especie de tiburones, los más abundantes en Canarias, que no son marinos sino terrestres, tienen forma humana y son unos auténticos y voraces depredadores de derechos. Éstos son más peligrosos que ningún megalodón que haya existido jamás.

viernes, 13 de septiembre de 2013

La corrupción y la lentitud de la Justicia

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ice Silverio Matos, en una entrevista publicada hoy en La Provincia, que la culpa de que parezca que todo el mundo es corrupto la tiene la Justicia, que es muy lenta. Y no le falta razón al todavía alcalde de Santa Lucía –dejará de serlo esta tarde, cuando se haga efectiva su dimisión– en lo que se refiere a la lentitud de la Justicia. Claro que cuando Matos habla de todo el mundo, se refiere a todos los políticos, y hombre, ciertamente los ha habido que han sido denunciados y que sólo al cabo de muchos años, precisamente por la lentitud de marras, ha quedado probada su inocencia; pero también los hay, y muchos, que aprovechan esa lentitud para salir de rositas en los casos más escandalosos. Por lo demás, a nadie se le escapa, y a un veterano político como Matos tampoco, que el responsable del funcionamiento de la Justicia, el Ministerio Fiscal, en última instancia depende del Gobierno. Y que se sepa, ningún partido que haya gobernado ha hecho nada para que la Justicia sea más ágil y los casos de corrupción se resuelvan más rápidamente. Sus razones tendrán.

La fundamentación de la moral y la ética del respeto igualitario en el pensamiento de Ernst Tugendhat

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ugendhat señala que la única forma de fundamentar racionalmente la moral consiste en que el individuo pueda ofrecer, tanto a los demás como a sí mismo, buenas razones para observar las normas morales, mientras que la fundamentación de las normas por sí mismas carece de sentido. Tugendhat considera que las normas morales están fundamentadas si son igualmente buenas para todos, pero reconoce que esta concepción moral debería ser asimismo fundamentada. Este segundo nivel de fundamentación lo afronta Tugendhat a través de su discusión con Habermas. Leer el artículo completo.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cataluña y las dos Españas

E

xiste todavía una España reaccionaria y arrogante que se pasea por el mundo como si aún existiera aquel temible imperio donde nunca se ponía el sol. Es la España del “ y tú por qué no te callas” espetado por el rey a Hugo Chávez, a la sazón presidente electo de Venezuela, o la que se expresaba por la boca del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando éste señalara que gracias a su presión los europeos habían tenido que concedernos lo que él denominó eufemísticamente línea de crédito y no rescate, o, sin ir más lejos, la que se apresuró a celebrar antes de tiempo la elección de Madrid como sede de los Juegos de 2020 y no tardó en tachar de corruptos a los miembros del Comité Olímpico Internacional por haber elegido a Tokio. Se trata de una España intolerante que se cree la guardiana de la pureza de la esencia patria, una España que muchos creían moribunda y que sin embargo ahí está, con una salud (y mano) de hierro, la misma que hace oídos sordos a la gran masa social que ayer se manifestó en Cataluña y prefiere escuchar a esa “mayoría silenciosa”. Pero existe también otra España, plural, moderna y verdaderamente demócrata, que esperemos que pueda erigirse en interlocutora de los catalanes, independentistas o no, para que impere el sentido común, el diálogo racional y el respeto a la voluntad de los ciudadanos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La realidad sigue ahí

E
l verano, precisamente por ser el período del año vacacional por antonomasia, suele ser un tiempo de desconexión. En mi caso, me lo tomo tan a pecho que apenas si leo algún periódico o escucho las noticias por la radio, que suelen ser los medios por los que habitualmente me entero de cómo va el mundo, ya que la televisión, aparte de que en mi casa está secuestrada por los demás miembros de mi familia, la uso más bien para entretenerme. Tal es mi distanciamiento de los medios de comunicación en los meses estivales que me vine a enterar de que Madrid se jugaba frente a Tokio y Estambul la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 el mismo día en que se llevó el batacazo. Batacazo que, por cierto, no es que celebre, pero tampoco lamento en demasía.
            Y es que uno puede tener cierta sensibilidad hacia todos aquellos españoles ilusionados por ver al fin a la capital del reino convertida en sede olímpica, pero, qué quieren que les diga, tengo para mí que la sugerencia de Nawal El Moutawakel, atleta marroquí y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), de que España invierta sus recursos económicos en materias más importantes parece del todo acertada. Porque no es de recibo que el Gobierno se dedique a recortar en derechos sociales con el pretexto de la crisis y que encima tengamos que escuchar al ministro de Economía, Luis de Guindos, decir que por supuesto que hay dinero para sufragar las Olimpiadas. ¿De modo que el Estado no dispone de recursos para pagar a profesores, médicos y demás profesionales de la Sanidad y la Educación, y resulta que sí puede asumir el coste del caprichito olímpico de Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Botella y demás miembros del PP?

            Mi desconexión estival de la actualidad, como habrán inferido, ha llegado a su fin porque aunque en términos estacionales aún estamos en verano, éste finaliza para mí justo cuando acontece la vuelta al cole, por más que sea entonces cuando la panza de burro decida retirarse del cielo de Las Palmas y dejar paso al típico sol de septiembre, el mes de las calmas y del tórrido inicio del curso. Un curso que este año se presume más complicado aún que el anterior, con más recortes y la amenazante ley Wert en ciernes, tal como reflejan las páginas de los periódicos que vuelvo a leer y las noticias que vuelvo a escuchar. Y es que el mundo no ha parado en verano y la crisis sigue ahí, y las angustias de los parados, y el miedo de muchas mujeres, y la gente que se marcha, y la corrupción que no cesa, y la guerra en Siria, más amenazante aún, y, en suma, la realidad, que, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí.

martes, 10 de septiembre de 2013

El peligroso viaje de Maduro

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n alguna ocasión he señalado que el genuino Leitmotiv de la democracia no es otro que el de garantizar la efectiva observación de los derechos humanos. De ahí que insista en que la democracia, además de procedimental, haya de ser también sustantiva. Esa convicción me ha llevado a afirmar, más de una vez, que haríamos bien en no dar lecciones de democracia a Venezuela, toda vez que no sólo los procesos electorales de los últimos años han cumplido con los requisitos formales exigibles a cualquier procedimiento democrático, sino que, además, la revolución bolivariana consiguió reducir la pobreza en un 50 por ciento en los años en los que gobernó Hugo Chávez, tal como reconoce la propia ONU, lo cual constituye un logro democrático indiscutible. Sin embargo, el actual presidente, Nicolás Maduro, siguiendo la senda abierta por su mentor, ha emprendido un peligroso viaje al hacer que Venezuela abandone la Corte Interamericana de Derechos Humanos.