martes, 30 de abril de 2013

El esperpento del empleo


S
egún la última Encuesta de Población Activa (EPA), el número de parados en España asciende ya a 6.200.000 personas. Sin embargo, la ministra de (des)Empleo, Fátima Báñez, sin negar, sólo faltaba, lo dramático de la situación, se empeña en seguir instalada en la teoría de los brotes verdes desarrollada por el gobierno de ZP  y, de ese modo, trasladar a la población el lado bueno del asunto. Y es que según Báñez, gracias a las medidas tomadas por el Gobierno, la reforma laboral fundamentalmente, en España se está frenando la destrucción de empleo. Y digo yo que como sigan frenando a ese ritmo, antes de que acabe  la legislatura ya no habrá más empleo que destruir. Claro que para entonces, cuando todos los trabajadores estén en el paro, seguro que la ministra no se centrará en la abrumadora cifra de parados sino en el insólito hecho de que, gracias al Gobierno, en España no se va a despedir a un solo trabajador más. A este esperpento lleva el seguir insistiendo en que mientras más parados hay, menos empleo se destruye.

lunes, 29 de abril de 2013

La dictadura de la austeridad


E
n alguna otra ocasión he señalado que los economistas se me antojan una suerte de ideólogos del capitalismo disfrazados de científicos sociales que presentan sus preferencias ideológicas como si de leyes científicas se tratara. Sin embargo, justo es reconocer que también existen excepciones que hacen que las denominadas ciencias económicas nos resulten al común de los mortales menos repulsivas. Tal es el caso de Paul Krugman, profesor en Princeton y Premio Nobel en 2008, quien en un reciente artículo publicado en El País señala que aunque los principales estudios que avalan las tesis de la austeridad han sido desmontados por la investigación académica, las élites siguen viéndolas como las más plausibles precisamente porque coinciden ideológicamente con ellas. Y aunque el artículo de marras se refiere a Estados Unidos, parece claro que bien podría aplicarse a la dictadura de la austeridad que se viene practicando en Europa en general y en España en particular en los últimos años. La única duda que nos queda es si Merkel y Rajoy se mantienen aferrados al dogma de la austeridad porque les viene impuesto por las élites económicas o porque ellos mismos forman parte de tales élites.

sábado, 20 de abril de 2013

Simpatía por las energéticas


L
a capacidad de nuestra fauna política para dar titulares no tiene límites. Prueba de ello, sin ir más lejos, es la perla que le soltó al periodista Evaristo Quintana, de la Cadena Ser, el ayer izquierdista y hoy no se sabe Román Rodríguez. Y es que a juicio del líder de Nueva Canarias, el ministro de Industria, José Manuel Soria, se dedica a hacer expropiaciones como Evo Morales. ¡Como lo leen! Ya nos gustaría a más de uno que nuestro ministro -nuestro de ellos, se entiende- se pareciera en algo al presidente de Bolivia, porque lo único, que sepamos, que tienen en común es que tanto Morales como Soria se ocupan de la energía. Pero mientras el primero intenta garantizar que los recursos estratégicos de su país beneficien al pueblo boliviano, el segundo parece más bien un representante de la compañía energética Red Eléctrica de España, mientras Román, por su parte, que se permite usar el nombre de Evo Morales para desprestigiar a Soria, parece más interesado en defender los intereses de Endesa que los del conjunto de los isleños. Nada que deba sorprendernos demasiado habida cuenta de la afición que tienen los políticos a simpatizar con las compañías energéticas. ¿Se estarán preparando un retiro al estilo de Felipe González o José María Aznar, ambos ex presidentes del Gobierno y consejeros de Gas Natural y Endesa respectivamente?

jueves, 18 de abril de 2013

Eufemismos


A
lguien debería realizar una tesis doctoral sobre los usos lingüísticos de la clase política. Y no porque ello le vaya a reportar al investigador un buen empleo, que ya sabemos que en España la investigación no se lleva y si es en humanidades menos, sino por el interés del asunto. Y es que el empeño de Zapatero en no emplear la palabra crisis parece que ha creado tendencia, que se dice ahora, y lo han copiado hasta en el Partido Popular -en realidad no son tan distintos, de ahí que haya quien se refiera a ellos como el PPSOE-, cuyos dirigentes una y otra vez persisten en el uso de eufemismos como si ello hiciera que la realidad fuese menos terrible. El último ejemplo nos lo ofreció ayer la ministra de (des)Empleo, Fátima Báñez, que eludió emplear el término emigración y lo sustituyó por la expresión, seguramente más sofisticada, “movilidad exterior”. Mas ya sea que emigren, ya que se movilicen exteriormente, lo cierto es que muchos españoles están teniendo que marchar al extranjero a buscar el trabajo que aquí se les niega. Lo cual no es sólo una experiencia traumática en muchas ocasiones, sino que además es un negocio pésimo habida cuenta de que buena parte de nuestros emigrantes, con permiso de la ministra, son titulados universitarios: nosotros los formamos, con la inversión económica que ello supone, y otros aprovechan su formación ya que España no sabe.

miércoles, 17 de abril de 2013

De causas y efectos


D
avid Hume, el más representativo y radical de los filósofos empiristas, llegó a poner en tela de juicio la misma idea de causa arguyendo que, de hecho, de la relación causal entre dos fenómenos no podemos tener una impresión, pues, en rigor, lo único que en realidad percibimos son los fenómenos que se suceden, y cuando esto ocurre muchas veces, tendemos a pensar que el primero es la causa del segundo, lo cual no sería, según Hume, sino una creencia basada en la costumbre. De un modo similar, quienes se dedican a la Metodología de las Ciencias Sociales en la actualidad suelen convenir en que de la mera correlación de fenómenos no se sigue que haya de darse una relación de causa-efecto entre ellos. Y algo parecido deben pensar en el Gobierno, así como en los organismos que toman las decisiones en la Unión Europea y hasta en el Fondo Monetario Internacional, pues por más que los recortes practicados no hayan traído sino más paro, menos crecimiento, más deuda y, en definitiva, más pobreza, todos insisten en que para revertir la situación hay que perseverar en las políticas de austeridad. Y acaso sea cierto que en términos estrictamente epistemológicos, si seguimos a Hume, no podamos afirmar que es la política basada en los recortes la causa del empobrecimiento progresivo, pero no debiéramos olvidar que el mismo Hume atribuía a la idea de causa un gran valor pragmático, pues aunque se trate de una creencia basada en la costumbre, ésta es una idea necesaria para orientarnos en la vida. Y es que hasta el escéptico Hume estaría de acuerdo en que por más que no podamos tener la certeza de que si ponemos la mano en el fuego nos quemaremos hasta que lo hagamos, la creencia en que el fuego causa quemaduras es suficiente para que no acerquemos demasiado nuestra mano a las llamas. 

martes, 16 de abril de 2013

Provocaciones


D
ice la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, en una nueva muestra de descubrimiento del Mediterráneo, que “la violencia sólo genera violencia”. Y lo ha dicho tan sólo unos días después de que el impresentable militante del PP lanzaroteño, Sigfrid Soria, ofreciera sus tristemente célebres hostias a través de Twitter. Unas hostias virtuales, al menos de momento, que han servido a Soria -Sigfrid, no el otro- para que, además de ganarse la indignación ciudadana, la presidenta del PP conejero, Astrid Pérez, haya pedido su expulsión del partido. Ya veremos qué ocurre, porque de momento la cúpula del Partido Popular sigue echando leña al fuego, como muestran las últimas palabras de Cospedal.
            Las declaraciones de la secretaria general del PP vienen a propósito de la campaña de escraches que está llevando a cabo por toda España la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), una campaña que a juicio de la líder conservadora es “nazismo puro”. Esto último, que los fachas de este país repiten a coro últimamente, no merece comentario alguno, porque no creo que nadie en su sano juicio se lo tome en serio. Sin embargo, el asunto de la violencia resulta más preocupante. Y es que da la sensación de que entre las huestes conservadoras hay un deseo de que se produzca en el entorno de la PAH algún incidente violento para, de ese modo, encontrar un argumento con el que deslegitimar a la plataforma y, de paso, la Iniciativa Legislativa Popular, que cuenta con un millón y medio de firmas y el apoyo de la inmensa mayoría de la sociedad española. ¿Cómo entender si no la advertencia de Cospedal cuando afirmó que “si algún día tenemos algo grave que lamentar habrá que mirar a los responsables de provocar violencia”?
            Hasta ahora, que se sepa, no ha habido ningún acto violento en los escraches: se trata más bien de una respuesta pacífica a la violencia perpetrada por el Estado, que en lugar de proteger la dignidad de los ciudadanos se dedica a defender los espurios intereses de los bancos. Pero la historia reciente de los movimientos sociales demuestra que no se debe descartar la posibilidad de que sean los mismos que se oponen a los escraches los que tiren la primera piedra con el fin de deslegitimar un movimiento esencialmente pacífico. Esperemos que ello no ocurra, mas harían bien los miembros de la PAH en estar atentos para, a la primera provocación, levantar las manos y volver a gritar, tan revolucionaria como pacíficamente: “¡Éstas son nuestras armas!”, que es el modo en que estos filoetarras, Cristina Cifuentes dixit, han demostrado hasta ahora el carácter incuestionablemente pacífico de sus protestas.

lunes, 15 de abril de 2013

¿Parásitos?


L
a sabiduría popular dice que nunca llueve a gusto de todos. Prueba de ello, añado yo, es la manera en que nos tomamos el trabajo: mientras la mayoría de los trabajadores ha puesto el grito en el cielo, y con razón, por las medidas del Gobierno encaminadas a retrasar la edad de jubilación y dificultar, cuando no impedir, las prejubilaciones, hay otros, en cambio, que claman por que les dejen continuar en su puesto de trabajo hasta cumplir los setenta. Es el caso de Marcos Gómez Sancho, jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria, a quien el Servicio Canario de Salud no le permite continuar ejerciendo después de los 65. “Yo no quiero dejar de trabajar. Yo no quiero ser un parásito de la sociedad. No quiero vivir del Estado”, ha dicho apesadumbrado, tal como se recoge en el periódico La Provincia. Y no seré yo, desde luego, el que ponga en duda el beneficio que un profesional de la medicina de tan dilatada experiencia y reconocido prestigio podría seguir reportando a la sociedad. Mas tengo para mí que Gómez Sancho tendría que haber sido más circunspecto, como sin duda lo será cuando trate a sus pacientes terminales: ¿de verdad cree el buen doctor que los jubilados son unos parásitos sociales?

viernes, 12 de abril de 2013

El TCA, una celebración sin euforia


L
a semana pasada supimos que la ONU, ¡por fin!, había aprobado el primer Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), algo que distintas organizaciones venían reivindicando desde hace varios años. La aprobación del TCA ha sido celebrada por muchos colectivos, entre ellos Amnistía Internacional, que lo considera un gran logro que contribuirá a la protección de los derechos fundamentales de millones de personas en el mundo. Y es que el tratado de marras prohíbe la venta de armamento de distinta clase a aquellos países u organizaciones que incurran en violaciones de los derechos humanos, lo cual es en sí mismo positivo y por ello mismo lo celebramos.
            Mas sin dejar de reconocer el avance que supone que el comercio internacional de armas esté regulado por primera vez, lo cierto es que la eficacia del TCA despierta más de una duda, empezando por la que se refiere a las razones por las que habríamos de creer que este tratado se va a cumplir y que no se añadirá a la larga lista de resoluciones y tratados de la ONU que no se cumplen. Otro motivo para el escepticismo es la duda sobre quién será el que decida qué países respetan los derechos humanos y cuáles no. Pues a nadie se le escapa que la ONU no es precisamente una organización muy democrática precisamente porque la capacidad de decisión no es la misma para todos sus miembros. Los países más poderosos son los que forman parte del Consejo de Seguridad y, dentro de éstos, los hay con derecho a veto, los miembros permanentes, entre los que se encuentran algunos que, como China, no tienen ningún respeto por los derechos humanos, y otros como Estados Unidos que, aun constituyendo una de las más avanzadas democracias del mundo, viola siempre que le interesa -Guantánamo sería el caso paradigmático- los derechos humanos de las personas. ¿Serán estos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU los que tengan que decidir a qué países se les pueden vender armas?
            Por lo demás, todos sabemos que la guerra constituye una de las mayores expresiones de violación de los derechos humanos, así como sabemos también que en muchas de las guerras participan las potencias occidentales -de nuevo Estados Unidos sería el paradigma- aunque lo hagan bajo el pretexto de proteger la democracia y los derechos humanos, que es como decir, por paradójico y ridículo que parezca, que se violan los derechos humanos para proteger los derechos humanos. A resultas de lo cual, damos la bienvenida al TCA y deseamos que de verdad contribuya a que disminuya el número de armas que circulan por el mundo, pero lamentablemente no podemos ser demasiado optimistas en este sentido. Aunque, eso sí, mejor con tratado que sin él, del mismo modo que mejor una ONU imperfecta que ninguna.

jueves, 11 de abril de 2013

Que viene la anarquía


A
nda Felipe González, el ex presidente soecialista, también ex socialista, preocupado porque, dice, la crisis económica se superará pero la política e institucional que ha traído consigo galopa hacia la anarquía. ¿Hacia la anarquía? No veo yo que el Estado, en cualquiera de sus formas, esté al borde de su disolución; antes al contrario, parece más fuerte que nunca, imponiendo su autoridad a golpe de decreto, criminalizando a quienes protestan y, en definitiva, cumpliendo su función principal que no es otra que servir a los intereses del capital, que es como no hace mucho se denominaba a los eufemísticos mercados. Pero al bueno de Felipe le preocupa además otra cosa: los niños. No todos los niños, claro está, sino aquellos que han sentido la presión de los escraches en la puerta de sus casas. Los otros niños, los que han visto cómo la policía, que no va precisamente armada con pegatinas, los han echado a ellos junto con sus familias de sus hogares le preocupan menos. Y es que en esta sociedad de clases los niños no son todos iguales, faltaría más. A ver si por una vez tiene razón el ex presidente y llega de verdad la anarquía para que todos los niños preocupen por igual.

miércoles, 10 de abril de 2013

La ONU, las armas, los desahucios y la lechera


R
ecientemente un gran número de organizaciones celebraron que, ¡por fin!, la ONU había aprobado el primer Tratado sobre el Comercio de Armas. Por mi parte, y por más que albergue algunas dudas sobre la eficacia y el propósito del tratado en cuestión, no puedo sino sumarme a la celebración, en la esperanza, acaso cándida, de que ello contribuya a reducir la proliferación de armas en el mundo. Mas teniendo en cuenta que el tratado prohíbe la venta de armas a los países que violen los derechos fundamentales de las personas, y puesto que el derecho a una vivienda digna está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y que cuando se produce un desahucio en España los agentes de las fuerzas de seguridad del Estado encargados de realizarlo acuden convenientemente armados para llevar a buen término su misión, ¿significa ello que la ONU va a prohibir la venta de armas a España o la argumentación anterior no es sino una versión más del cuento de la lechera?

lunes, 8 de abril de 2013

El universo, ¡ay!, es infinito


E
l caso Bárcenas, los ERE de Andalucía, las aventuras de José Blanco en las gasolineras, el caso Nóos, la trama Gürtel, Feijóo, Camps, los Pujol… ¡Pero qué país es éste!, exclamábamos indignados. Y nuestra indignación se fue extendiendo a medida que veíamos cómo el desastre afectaba a otros países: Portugal, Grecia, Chipre, Francia… ¡Pero qué Europa es ésta!, espetamos entonces. Hasta que supimos por la prensa de la existencia de una red internacional dedicada a la evasión de capitales y constituida por 130.000 políticos y empresarios de 170 países que han evadido tantos millones de euros que suman el PIB de Estados Unidos y Japón juntos. ¡Pero qué mundo es éste!, volvimos a gritar. Y cuando ya pensábamos que no gritaríamos más, cuando creíamos agotada nuestra capacidad de asombro, nos enteramos de la trama de alienígenas corruptos (todo se andará)  y nos vimos obligados a exclamar: ¡pero qué universo es éste! ¡Y encima infinito, ay!

viernes, 5 de abril de 2013

La doble moral del ministro


S
i alguien pensaba que la indignación es patrimionio exclusivo de izquierdistas antisistema, se equivocaba. No hay sino que leer las indignadas declaraciones del ministro del Interior, el moderado Jorge Fernández Díaz, nada sospechoso de izquierdista aunque nos queda la duda de si es o no un antisistema. Depende de qué sistema estemos hablando. El caso es que hace un par de días mostraba su indignación porque Sortu había llamado al ex jefe de ETA fallecido recientemente en Francia, Xabier López Peña, Thierry, “preso político vasco”, cuando según el ministro era un vulgar terrorista. Y no le falta razón a Fernández Díaz, puesto que el tal Thierry no estaba encarcelado por sus ideas políticas sino por los crímenes cometidos. Lo que no se entiende es por qué el ministro no muestra la misma indignación ante las declaraciones de su subordinada, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, quien de la manera más escandalosa intentara el pasado 25 de marzo vincular a los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con grupos filoetarras. Es una muestra más de la doble moral del ministro.

jueves, 4 de abril de 2013

De la ficción a la realidad y vuelta


R
econozco que siempre me han gustado las películas de gangsters. Desde las antiguas en blanco y negro, hasta las más modernas, como las geniales Uno de los nuestros o Casino, donde Martin Scorsese muestra la violencia de las bandas mafiosas en toda su crudeza. Mas entre todas las películas del género, me quedo con la trilogía de El Padrino, a pesar de que -o acaso precisamente por ello- en estos filmes el magistral Francis Ford Coppola presenta a los despiadados mafiosos de tal manera que le hace sentir a uno empatía hacia ellos, hasta el punto de que los crímenes cometidos por la familia Corleone parecen menos inicuos que los perpetrados por las bandas rivales. La música, la atmósfera que rodea a los personajes y, en definitiva, la forma en la que se representa la inmensidad del poder de los capos supongo que es otro de los atractivos. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser el gran Michael Corleone a quien da vida de un modo soberbio Al Pacino?
            Mas si hoy traigo a colación este tema no es para hablar de lo que se ha dado en llamar la erótica del poder ni para explayarme sobre mis gustos cinematográficos, sino porque en esas películas Coppola no sólo nos sumerge más o menos románticamente en el universo de la mafia italoamericana, sino que también pone de relieve las conexiones entre ésta y otras esferas del poder, como la política, la empresarial o la religiosa. Y aunque Coppola no muestra nada que no se supiera antes, recuerdo que  cuando vi cada una de estas películas por primera vez, me imaginé que la realidad debía de ser similar, un complejo entramado de relaciones de poder donde no se sabía muy bien quién era quién: políticos, empresarios, clérigos, mafiosos… En un rápido viaje de la ficción a la realidad, los gangsters habían dejado de ser esos tipos con traje de rayas y típica pinta de gangsters de las viejas películas para esconderse tras la máscara del respetable hombre de negocios, la perenne sonrisa del servidor público o la sotana del siervo de Dios.
            Hace unos días, sin embargo, al observar las fotos publicadas por el periódico El País en las que aparece el actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, junto al narcotraficante Marcial Dorado en el yate de éste, me ocurrió justo lo contrario que al ver las películas de El Padrino. Allí estaban, hace casi 20 años, el político gallego, entonces alto cargo en el área de Sanidad, y el contrabandista, a la sazón dedicado al tráfico ilegal de tabaco, en meiba, gozando de un paseo en barco, bañándose en las aguas de la ría de Vigo, disfrutando de un insólito día soleado bajo el cielo de Galicia y rápidamente, casi sin darme cuenta, viajé de la realidad a la ficción, de la realidad del yate de Marcial Dorado a la ficción de las películas de Coppola.

martes, 2 de abril de 2013

Wert, la filosofía y la vida eterna


S
i algo debemos agradecer los profesores de filosofía al ministro Wert es haber conseguido poner de moda nuestra secular disciplina, aunque sea a fuer de maltratarla. Y es que nunca antes de la anunciada intención wertiana de cercenar la filosofía en los planes de estudio de ESO y Bachillerato, había tenido la filosofía tanta presencia en los medios de comunicación, donde últimamente proliferan artículos de destacados filósofos y autoridades de otros campos del saber en defensa de la filosofía, de la necesidad de que ésta siga formando parte de la enseñanza obligatoria y, lo que a mi juicio es más importante, reivindicando la importancia de filosofar, como actividad radical y crítica desde la que poner racionalmente en cuestión todo. Tanto revuelo se ha armado que parece que hasta en Estados Unidos se han hecho eco del malestar de la filosofía en España. Sólo así se entiende que, en lo que sin duda es un apoyo encubierto a la filosofía española, el filósofo John Martin Fisher de la Universidad de California cuente con la friolera cantidad de cuatro millones de euros -han leído bien, cuatro millones de euros- para dirigir un proyecto de investigación que tiene por objeto estudiar si puede existir la vida eterna. Como lo oyen, metafísica pura con apoyo contante y sonante. Y digo yo que si en el PP son tan aficionados a emular a los usamericanos, el ministro Wert ya podría tomar recortes y destinar algún dinerillo a fomentar la filosofía en las tierras patrias, comenzando por el necesario para que la filosofía se quede en los planes de estudios de secundaria al menos como está ahora y, por qué no, financiando algún que otro proyecto de investigación filosófica aunque no sea tan ambicioso.

lunes, 1 de abril de 2013

A vueltas con la moderación salarial


E
l presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell, evoca cada día más a su predecesor, el inefable Gerardo Díaz Ferrán, quien, no nos cansaremos de recordarlo, mientras se dedicaba a hundir empresas y a llevarse a Suiza millones de euros que no eran suyos, insistía en que para salir de la crisis es necesario que los trabajadores curren más y cobren menos. Y es que Rosell no desperdicia la ocasión de emular a Díaz Ferrán, y cuando no aboga por ligar los salarios a la productividad, apuesta por la tristemente célebre moderación salarial, otra de las recetas mágicas del neoliberalismo para superar la crisis y frenar la destrucción del empleo. Y esto lo dice justo en un momento en que salen a la luz diversos informes que revelan que en España el incremento de la pobreza es doble: no sólo aumenta el número de pobres sino que éstos son cada vez más pobres, mientras los ricos son cada vez más ricos, por supuesto. Para colmo, tal incremento de las desigualdades no es achacable únicamente al paro, pues también hay empleados que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, es decir, personas que trabajan, pero cobran tan poco que, literalmente, no salen de pobres. Así que en lugar de repetir el mantra de la moderación salarial, mejor haría Rosell en abogar por la igualación salarial -de la distribución igualitaria de la riqueza, sin más, hablamos otro día-, que ya está bien de que mientras unos tienen sueldos millonarios otros no lleguen ni a mileuristas.