sábado, 2 de marzo de 2013

El esPerPento, que no cesa


E
l esperpento del gobierno del PP no parece tener límites. Si hace unos días hablábamos de los pensamientos marxistas -de Groucho, claro- de Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, hoy no salimos de nuestro asombro al escuchar las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien ayer señalaba que no sabe ni cuántos funcionarios tiene España en el exterior, ni cuántos edificios ni quién hace qué: ¡Alucinante! Imaginamos que la culpa de tamaño disparate la tiene el gobierno soecialista anterior, porque si Miguel Ángel Moratinos o Trinidad Jiménez, sus antecesores en el cargo, sí conocían esos datos, Margallo ha tenido más de un año para preguntárselo, así que seguro que ellos tampoco lo sabían, pero nunca nos lo dijeron. Y claro, lo que no averiguaron los soecialistas en tantos años, no lo iba a poder hacer el bueno de Margallo en tan sólo 15 meses. Se comprende así que en el PP, que es el partido del Gobierno, no se sepa nada del exterior, lo que implica que tampoco se sabe cuánto dinero cuesta el despliegue de edificios y de funcionarios, ni tampoco cuántos euros se ahorró el Estado con los recortes en los salarios a los funcionarios. Y hablando de euros y del exterior: ¿sabrá el Gobierno cuántos de los funcionarios de su partido tienen cuentas en el exterior o no le consta? El esPerPento, que no cesa.

viernes, 1 de marzo de 2013

Antisistema


E
n estos tiempos de crisis económica, social y política, de crisis total, vaya, el término antisistema aparece con frecuencia en la boca o la pluma de políticos profesionales, empresarios, periodistas, analistas, intelectuales y demás gente dada a realizar comentarios sobre la tremenda situación que estamos padeciendo la mayor parte de nosotros. Tanto es así que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) lo recogerá en su vigésima tercera edición, tal como figura en el avance que se puede consultar en Internet. Y aunque según el DRAE la palabra de marras es un adjetivo, suponemos que calificativo, bien podríamos considerarlo, a tenor del uso que de él hace la mayoría de quienes lo emplean públicamente, como un adjetivo descalificativo. Y es que el vocablo antisistema se emplea a menudo como sinónimo de violento o antidemocrático para arrojarlo sobre aquellos a quienes se pretende descalificar.
            Según el DRAE, antisistema significa “contrario al sistema social o político establecidos”, tal como cualquiera podría inferir, sin necesidad de ser académico. Como se observa con facilidad, la violencia o la democracia no aparecen por ningún lado. Y si damos por buena la definición de la Real Academia, por más que ésta deba establecer la definición de las palabras a partir del empleo que de ellas hacen los usuarios de la lengua, no podemos sino preguntarnos de dónde surge entonces ese sentido perverso con el que muchos utilizan el término antisistema. La clave radica en limitar la descalificación de antisistema sólo a aquellos que se oponen al orden establecido allí donde existe una democracia representativa. De este modo, quien se opone al sistema, se opone a la democracia y lo de violento le cae por añadidura, pues quien no es democrático, no respeta la voluntad de los demás y trata de imponer la suya por la fuerza, es decir, violentamente.
            La argumentación sería plausible si se aplicara sólo a aquellos partidarios, por las razones que fuese -más bien sinrazones- de implantar un régimen dictatorial, pero pierde todo su sentido cuando quienes se oponen a la democracia tal como está implantada hoy, lo hacen porque consideran que adolece de demasiados déficits que la vuelven, paradójicamente, antidemocrática. Pues quienes hacen suya la tesis de que sin justicia no hay democracia, porque la democracia implica la igualdad política y ello no es posible sin igualdad económica y social, quienes suscriben la tesis de que democracia significa que cada uno ha de poder participar directamente en la toma de decisiones públicas que le afectan, son ciertamente antisistemas, pero en ningún caso habrán de ser tomados por antidemocráticos ni por violentos. Antes al contrario, son ellos, los antisistemas que reclaman más libertad, más igualdad, más justicia, en definitiva, más democracia, quienes podrían acusar a los pro sistema de violentos y antidemocráticos, toda vez que apuestan por un sistema cuyas carencias democráticas se revelan cada día con más claridad y cuya violencia es patente a la luz de las tremendas injusticias que promueve.

jueves, 28 de febrero de 2013

Marx en el PP


U
n fantasma recorre Génova: el espíritu de Marx, que ha venido a adueñarse de la cúpula del PP. Ya ven, tan serios, tan formales y, al final, han terminado por abrazar el marxismo. Prueba de ello son las ininteligibles declaraciones de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, quien afirmara hace unos días que Luis Bárcenas fue despedido en abril de 2010, pero que como se pactó una indemnización en diferido ha habido que pagar las cotizaciones a la Seguridad Social correspondientes a la simulación de sus retribuciones. Si alguien lo entiende, por favor, que nos lo explique. Claro que Cospedal sólo sigue la senda abierta por su jefe, Mariano Rajoy, quien con la lucidez y claridad que nos tiene acostumbrados ya dijo hace un par de semanas que lo contenido en los papeles de Bárcenas es una total y absoluta falsedad, menos lo que es cierto, que es lo publicado en los medios. Marx en estado puro. Groucho Marx, por supuesto, pero con mucha menos gracia.

martes, 19 de febrero de 2013

Las recomendaciones de la OCDE


L
a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es uno de esos organismos internacionales de dudosa legitimidad que se dedica a dar recomendaciones, tanto a los países miembros como a los que no lo son, sobre las políticas que deben ser implementadas en aras de la buena marcha de la economía. Con el pretexto de estimular el crecimiento económico, la OCDE lleva a cabo una suerte de apología del neoliberalismo, cuyos resultados, más allá de si alcanzan el pretendido objetivo del crecimiento de la economía, suelen ser bastante perjudiciales para los más desfavorecidos de la sociedad en los países más ricos, no digamos ya en los más pobres. Y es que por más que su objetivo declarado sea “promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”, lo cierto es que las políticas de marras por lo general consiguen mejorar las condiciones de vida de las élites económicas en perjuicio del resto.
            Una muestra de cómo pretende la OCDE fomentar el bienestar económico y social la constituye el último informe anual presentado en Moscú el pasado viernes, en especial, por la parte que nos toca, las recomendaciones a España. Entre las diversas perlas ofrecidas por su secretario general, Ángel Gurría, cuyo salario lo desconozco pero lo presumo astronómico, se halla la receta mágica para los tiempos de crisis: la moderación salarial. Según Gurría, en España es necesario suprimir la extensión legal de los convenios colectivos y ajustar los salarios a las condiciones económicas del momento. La propuesta de Gurría no puede sino causar indignación, toda vez que los salarios ya se han reducido de hecho tanto en el sector privado como en el público, mientras que quienes se sientan en el consejo de administración de cualquiera de las grandes empresas españolas tienen unos ingresos anuales de cientos de miles de euros cuando no superan el millón. Y no contento con su propuesta de ajustar los salarios -ya sabemos de quiénes- a las condiciones actuales, Gurría insistió en que las prestaciones por desempleo sólo se deben abonar a quienes busquen activamente un trabajo. ¡Como si de repente en los últimos años millones de personas hubieran decidido dejar de trabajar para irse a cobrar el paro!
            El informe de la OCDE presentado por Gurría tampoco dejó bien parado al sistema educativo español ni, por extensión, a los profesionales de la enseñanza. Y es que según Gurría, el bajo nivel de la educación española, tanto secundaria como universitaria, incide negativamente en el empleo, pues hace que los trabajadores sean poco competitivos. Y desde luego hay que reconocer que el sistema educativo admite mejoras, empezando por aquella que consiste en no cambiar el marco legal cada vez que un partido político se hace con el gobierno, pero no será tan malo cuando nuestros titulados universitarios son demandados en países con economías tan competitivas como Alemania.

viernes, 15 de febrero de 2013

Boutade nogueroliana


A
segura José María Noguerol, en un elogio de la figura de Eugenio Trías tras su reciente fallecimiento, que éste es “el único filósofo español de los últimos cien años” porque Ortega no pasó de ser un “periodista bienpensante -sic-, con ambición de sistema filosófico, pero incapaz de construirlo.” Y digo yo que para elogiar a Trías no hay por qué desmerecer al resto de los filósofos españoles que en el último siglo ha habido; que Ortega tiene bien ganado su reconocimiento como filósofo, con sistema o sin él, como lo tienen igualmente, por citar unos cuantos, José Gaos, Adolfo Sánchez Vázquez, Xavier Zubiri, José Luis L. Aranguren, Javier Muguerza, Victoria Camps, Celia Amorós y muchos otros de quienes, sin duda, Noguerol habrá oído hablar alguna vez.