jueves, 11 de abril de 2013

Que viene la anarquía


A
nda Felipe González, el ex presidente soecialista, también ex socialista, preocupado porque, dice, la crisis económica se superará pero la política e institucional que ha traído consigo galopa hacia la anarquía. ¿Hacia la anarquía? No veo yo que el Estado, en cualquiera de sus formas, esté al borde de su disolución; antes al contrario, parece más fuerte que nunca, imponiendo su autoridad a golpe de decreto, criminalizando a quienes protestan y, en definitiva, cumpliendo su función principal que no es otra que servir a los intereses del capital, que es como no hace mucho se denominaba a los eufemísticos mercados. Pero al bueno de Felipe le preocupa además otra cosa: los niños. No todos los niños, claro está, sino aquellos que han sentido la presión de los escraches en la puerta de sus casas. Los otros niños, los que han visto cómo la policía, que no va precisamente armada con pegatinas, los han echado a ellos junto con sus familias de sus hogares le preocupan menos. Y es que en esta sociedad de clases los niños no son todos iguales, faltaría más. A ver si por una vez tiene razón el ex presidente y llega de verdad la anarquía para que todos los niños preocupen por igual.

miércoles, 10 de abril de 2013

La ONU, las armas, los desahucios y la lechera


R
ecientemente un gran número de organizaciones celebraron que, ¡por fin!, la ONU había aprobado el primer Tratado sobre el Comercio de Armas. Por mi parte, y por más que albergue algunas dudas sobre la eficacia y el propósito del tratado en cuestión, no puedo sino sumarme a la celebración, en la esperanza, acaso cándida, de que ello contribuya a reducir la proliferación de armas en el mundo. Mas teniendo en cuenta que el tratado prohíbe la venta de armas a los países que violen los derechos fundamentales de las personas, y puesto que el derecho a una vivienda digna está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y que cuando se produce un desahucio en España los agentes de las fuerzas de seguridad del Estado encargados de realizarlo acuden convenientemente armados para llevar a buen término su misión, ¿significa ello que la ONU va a prohibir la venta de armas a España o la argumentación anterior no es sino una versión más del cuento de la lechera?

lunes, 8 de abril de 2013

El universo, ¡ay!, es infinito


E
l caso Bárcenas, los ERE de Andalucía, las aventuras de José Blanco en las gasolineras, el caso Nóos, la trama Gürtel, Feijóo, Camps, los Pujol… ¡Pero qué país es éste!, exclamábamos indignados. Y nuestra indignación se fue extendiendo a medida que veíamos cómo el desastre afectaba a otros países: Portugal, Grecia, Chipre, Francia… ¡Pero qué Europa es ésta!, espetamos entonces. Hasta que supimos por la prensa de la existencia de una red internacional dedicada a la evasión de capitales y constituida por 130.000 políticos y empresarios de 170 países que han evadido tantos millones de euros que suman el PIB de Estados Unidos y Japón juntos. ¡Pero qué mundo es éste!, volvimos a gritar. Y cuando ya pensábamos que no gritaríamos más, cuando creíamos agotada nuestra capacidad de asombro, nos enteramos de la trama de alienígenas corruptos (todo se andará)  y nos vimos obligados a exclamar: ¡pero qué universo es éste! ¡Y encima infinito, ay!

viernes, 5 de abril de 2013

La doble moral del ministro


S
i alguien pensaba que la indignación es patrimionio exclusivo de izquierdistas antisistema, se equivocaba. No hay sino que leer las indignadas declaraciones del ministro del Interior, el moderado Jorge Fernández Díaz, nada sospechoso de izquierdista aunque nos queda la duda de si es o no un antisistema. Depende de qué sistema estemos hablando. El caso es que hace un par de días mostraba su indignación porque Sortu había llamado al ex jefe de ETA fallecido recientemente en Francia, Xabier López Peña, Thierry, “preso político vasco”, cuando según el ministro era un vulgar terrorista. Y no le falta razón a Fernández Díaz, puesto que el tal Thierry no estaba encarcelado por sus ideas políticas sino por los crímenes cometidos. Lo que no se entiende es por qué el ministro no muestra la misma indignación ante las declaraciones de su subordinada, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, quien de la manera más escandalosa intentara el pasado 25 de marzo vincular a los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con grupos filoetarras. Es una muestra más de la doble moral del ministro.

jueves, 4 de abril de 2013

De la ficción a la realidad y vuelta


R
econozco que siempre me han gustado las películas de gangsters. Desde las antiguas en blanco y negro, hasta las más modernas, como las geniales Uno de los nuestros o Casino, donde Martin Scorsese muestra la violencia de las bandas mafiosas en toda su crudeza. Mas entre todas las películas del género, me quedo con la trilogía de El Padrino, a pesar de que -o acaso precisamente por ello- en estos filmes el magistral Francis Ford Coppola presenta a los despiadados mafiosos de tal manera que le hace sentir a uno empatía hacia ellos, hasta el punto de que los crímenes cometidos por la familia Corleone parecen menos inicuos que los perpetrados por las bandas rivales. La música, la atmósfera que rodea a los personajes y, en definitiva, la forma en la que se representa la inmensidad del poder de los capos supongo que es otro de los atractivos. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser el gran Michael Corleone a quien da vida de un modo soberbio Al Pacino?
            Mas si hoy traigo a colación este tema no es para hablar de lo que se ha dado en llamar la erótica del poder ni para explayarme sobre mis gustos cinematográficos, sino porque en esas películas Coppola no sólo nos sumerge más o menos románticamente en el universo de la mafia italoamericana, sino que también pone de relieve las conexiones entre ésta y otras esferas del poder, como la política, la empresarial o la religiosa. Y aunque Coppola no muestra nada que no se supiera antes, recuerdo que  cuando vi cada una de estas películas por primera vez, me imaginé que la realidad debía de ser similar, un complejo entramado de relaciones de poder donde no se sabía muy bien quién era quién: políticos, empresarios, clérigos, mafiosos… En un rápido viaje de la ficción a la realidad, los gangsters habían dejado de ser esos tipos con traje de rayas y típica pinta de gangsters de las viejas películas para esconderse tras la máscara del respetable hombre de negocios, la perenne sonrisa del servidor público o la sotana del siervo de Dios.
            Hace unos días, sin embargo, al observar las fotos publicadas por el periódico El País en las que aparece el actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, junto al narcotraficante Marcial Dorado en el yate de éste, me ocurrió justo lo contrario que al ver las películas de El Padrino. Allí estaban, hace casi 20 años, el político gallego, entonces alto cargo en el área de Sanidad, y el contrabandista, a la sazón dedicado al tráfico ilegal de tabaco, en meiba, gozando de un paseo en barco, bañándose en las aguas de la ría de Vigo, disfrutando de un insólito día soleado bajo el cielo de Galicia y rápidamente, casi sin darme cuenta, viajé de la realidad a la ficción, de la realidad del yate de Marcial Dorado a la ficción de las películas de Coppola.