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l PP no acudió a la manifestación del 8M porque,
según Pablo Casado, el manifiesto que allí se leyó está politizado y es
partidista, lo que suena más bien a pretexto para no participar en una acción
de protesta promovida por organizaciones feministas y secundada por diversos
agentes sociales entre los que se encuentran, también, partidos políticos. Y es
que la negativa de Casado a que el PP participara en la manifestación feminista
más bien parece indicar su desacuerdo con el feminismo en sí que con el
manifiesto de marras. Tanto más si se tiene en cuenta que el otro partido que
compite con el PP por el espacio de centro derecha, Ciudadanos, sí acudió a la
manifestación por más que sus dirigentes, Albert Rivera e Inés Arrimadas, hayan
mostrado sus discrepancias con el contenido del manifiesto: lo primero es lo
primero, supongo que habrán pensado, y ahora, ya sea por convicción o por mero
interés electoral, se trata de defender la igualdad entre hombres y mujeres,
más allá de si hay algunos párrafos con los que estén completamente en
desacuerdo.
Señalar
que el manifiesto es partidista, como ha hecho Casado, porque los partidos de
extrema izquierda, siempre tan siniestros, han monopolizado el 8M, además de
constituir una muestra de supina torpeza estratégica, habida cuenta del éxito
de la convocatoria, viene a ser igual que acusar a las responsables del manifiesto
de ser incapaces de defender sus exigencias en pro de la igualdad con
independencia de los partidos políticos. Si además tenemos en cuenta que los
dirigentes de todos los grandes partidos son hombres, también los de
izquierdas, tan feministas, entonces es como decir que las mujeres que han
liderado esta movilización han estado tuteladas por los varones que dirigen los
partidos de izquierdas, lo cual es algo que debería ser inaceptable para
cualquier mujer, feminista o no, de izquierdas o de derechas.
Por
lo demás, si el supuesto partidismo del manifiesto, amén de resultar ofensivo,
no se sostiene, aducir que el manifiesto está politizado como razón para no
acudir a la manifestación roza el esperpento, pues el manifiesto de marras no
es que esté politizado, es que es directamente un manifiesto político, como no
puede ser de otra manera. Y es que el feminismo es un movimiento político, y la
reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres, por más que hunda sus
raíces en convicciones morales, es una reivindicación política, y las
manifestaciones y lecturas de manifiestos fueron actos políticos. De ahí que el
manifiesto feminista, que por más que incluyera alusiones al capitalismo, así
como a la derecha y la extrema derecha, dista mucho de ser una nueva versión
del Manifiesto comunista, fuera, qué
podría ser si no, un manifiesto político. Pero ello, obviamente, no es razón
para desmarcarse, salvo que no se comulgue, por razones igualmente políticas,
con la reivindicación política fundamental en las movilizaciones del 8M: la
igualdad real entre mujeres y hombres.